Un río caudaloso, pero no tanto

El Ebro es el segundo río más caudaloso de la península, con 600 metros cúbicos por segundo (m3/s) a la altura de Tortosa, solo por detrás del Duero, con 750 m3/s en Oporto. Pero esta aparente abundancia varía mucho dependiendo del año y de la estación, además de haber experimentado un retroceso por el cambio climático. La legislación ambiental establece el caudal mínimo que deben liberar los embalses para que los ríos puedan garantizar en todo momento la supervivencia de los peces y, en general, del ecosistema fluvial. El problema, según los detractores del Plan Hidrológico del Ebro (PHE), es que el caudal mínimo previsto en Tortosa (entre 80 m3/s y 150 m3/s) no basta para ello, además de dar vía libre a la salinización y dificultar el transporte de los limos necesarios para el mantenimiento del tramo final. El delta, dicen, está en peligro.

52 nuevos embalses y azudes en toda la cuenca

El Ebro nace en Cantabria y recibe los copiosos aportes de sus afluentes del Pirineo y el Sistema Ibérico, pero atraviesa un territorio eminentemente seco. Por eso es una de las cuencas más explotadas y reguladas de Europa, con 69 embalses con capacidad superior a los 5 hectómetros cúbicos (Hm3), incluyendo infraestructuras de aprovechamiento hidroeléctrico, laminación de avenidas y riego, y otros 12 más en fase de construcción. Si todos los embalses estuvieran llenos, almacenarían 7.580 Hm3. Pero el PHE, para satisfacer la demanda de los regantes, prevé aumentar la capacidad de almacenamiento con 52 nuevos embalses y azudes, algunos controvertidos como el pantano de Biscarrués, que amenaza una zona de alto valor paisajístico en el río Gállego, o el recrecimiento de la presa de Yesa, en el río Aragón. El presupuesto no está garantizado.

465.000 hectáreas de riego, un 48% más

El PHE no prevé un gran aumento de la demanda urbana e industrial, pero sí considera que es necesario reservar 2.800 hm3anuales adicionales, dos veces la cantidad que preveía trasvasar el viejo plan hidrológico del Gobierno de Aznar, para abastecer de agua las 465.000 nuevas hectáreas de regadío que solicitan las seis comunidades por donde pasa el río. Unas 150.000 hectáreas serían para Cataluña, aunque difícilmente se llegarán a poner todos en marcha debido a las limitaciones ambientales de la UE, el interés comercial y el coste del agua, inasumible para muchos agricultores. Actualmente ya hay 965.000 hectáreas de regadío en toda la cuenca, por lo que 465.000 hectáreas suplementarias supondría aumentar la superficie de riego en un 48% y reservar un 70% de todos los aportes del Ebro a estos menesteres agrícolas.

El viejo trasvase o la venta de los derechos de uso

El Ebro cuenta hoy en día con siete trasvases, aunque solo dos transportan un volumen notable: el de Zadorra a Bilbao (con 200 hm3 anuales), y el de Tarragona hasta el Baix Penedès (70 hm3). El PHE no cita ninguna obra nueva "ni siquiera plantea aumentar la capacidad o la longitud de los acueductos existentes", pero la Plataforma en Defensa del Ebro teme que la reducción del caudal mínimo del río aumente la disponibilidad de agua en manos de los regantes y, a la larga, ello signifique que vendan sus derechos de uso a otras comunidades. El acueducto hasta Almería iniciado en tiempos de Aznar fue derogado en el 2005, pero Murcia y la Comunidad Valenciana no han tirado la toalla. También se ha planteado la llegada de agua a Barcelona a partir del minitrasvase de Tarragona o incluso a través de una nueva conducción desde el Segre.

Los puntos negros en calidad del agua

Actualmente, el 83% de la población de la cuenca vierte sus aguas residuales al Ebro o sus afluentes tras pasar por depuradoras con tratamiento tratamiento biológico de la materia orgánica, una mejora sustancial frente al 50% del año 2000 pero que todavía debe ampliarse, según la UE.

El objetivo del PHE es extender el tratamiento a los municipios de más de 2.000 habitantes, e incluir un tratamiento de microfiltración y desinfección en zonas afectadas por un exceso de fósforo, por ejemplo. El plan tiene como objetivo mejorar los 409 vertidos industriales en la cuenca, incluyendo zonas como el río Zadorra en Vitoria o el Huerva en Zaragoza.

También se destina un esfuerzo especial a sedimentos contaminados como los del Ebro en Flix y el Gállego en Sabiñánigo (Huesca) y al tratamiento de problemas con los nitratos, como en el acuífero del Urgell.

Contravenir directivas ambientales de la UE

Los detractores sostienen que las grandes actuaciones previstas por el PHE, desde la reducción del caudal mínimo hasta la construcción de nuevos embalses, atentan contra algunas de las principales directivas europeas ambientales, como las de agua, aves y hábitats.

Otros aspectos sonmenos conflictivos, como la propuesta de creación de 27 reservas naturales fluviales en zonas bien conservadas, incluyendo los ríos Tor y Vallferrera, en el Pirineo catalán. En el apartado de fauna, quiere destinar más esfuerzos a controlar la cada vez mayor presencia de animales exóticos (caracol manzana, siluro, mejillón cebra, gambusia o galápago de Florida, entre otros). También plantea mejorar la calidad de los bosques de ribera que se encuentran en estado deficiente (20% del total) o malo (17%) y recargar los acuíferos más sobreexplotados, como los de Alfamés y Belchite.