Alfredo Pérez Rubalcaba lloró ayer. No era un discurso fácil. Tenía que despedirse del liderazgo del PSOE, tras los pésimos resultados de las europeas, algo que implica asumir que el suyo ha sido un mandato hasta cierto punto fallido. Y el exvicepresidente lo hizo, pero también aprovechó la intervención para reivindicar su legado: la conferencia política que transformó el proyecto socialista, las primarias abiertas, por el momento aparcadas, y la asunción del federalismo como vía para cerrar las heridas territoriales. Tras detenerse en todas estas iniciativas, pasó a dar las gracias a sus colaboradores, y entonces Rubalcaba, a quien persigue la fama de dirigente frío y calculador en extremo, lloró. "Ha sido un privilegio", dijo. Se le quebró la voz.

"Empiezo por la parte más difícil: los sentimientos. Estos días pasan por mi cabeza las cosas que he hecho: las que he hecho bien y las que he hecho mal. Pasan por mi cabeza las dificultades de un partido y un país al que he servido. Pasan por mi cabeza los sufrimientos de la gente", señaló nada más comenzar.

El exsecretario general, sin embargo, no se detuvo en sus errores, sino en sus logros, que le reconocen todos los dirigentes socialistas, hayan estado a su lado o no. La conferencia política del pasado mes de noviembre: "Fue un éxito. Ha dejado un proyecto político encima de la mesa. Le corresponde a la nueva dirección concretarlo". La llamada declaración de Granada, donde los socialistas acordaron hace un año plantear un cambio en la Carta Magna: "Es una propuesta muy importante. Supimos comprendernos y fuimos audaces. Estamos todos satisfechos de esta propuesta de reforma federal de la Constitución. Se va abriendo paso. Es la única vía posible para resolver el problema territorial y seguir conviviendo juntos". Y las primarias abiertas, donde militantes y simpatizantes podrán elegir al candidato a la Moncloa, que en principio no se celebrarán en noviembre, como estaba previsto: "Tienen una lógica profundamente democrática. Todos los partidos acabarán haciéndolas. Incluso aquellos que hoy eligen a sus candidatos en reservados de restaurantes".

ERRORES Aun así, Rubalcaba, que en septiembre dejará el escaño en el Congreso de los Diputados y recuperará su plaza en la facultad de Químicas de la Universidad Complutense, admitió implícitamente dos fallos de su mandato. El primero, que el partido vivía inmerso en una crisis de liderazgo, algo que reconocían casi todos los socialistas, incluido un Felipe González.

El segundo reconocimiento, durante un discurso en el que también trasladó su apoyo "totalmente incondicional" a Pedro Sánchez, tiene que ver con la división interna de los socialistas, que salieron enfrentados del congreso que él ganó por poco a Carme Chacón y desde entonces no han sido capaces de volver a unirse. "El partido va a cerrar filas en torno al secretario general. Por eso vamos a recuperar la confianza de los ciudadanos", señaló. Con lo cual, vino a admitir que bajo su liderazgo el partido no había remontado el vuelo porque seguía muy fraccionado. No fue ningún reproche. Solo una constatación.