La recuperación de la economía parece haber actuado como sedante en una parte de la sociedad. Problemas como la precarización del mercado laboral, la caída de los salarios y la pérdida de calidad en los servicios públicos (educación y sanidad, principalmente) se han diluido, aparentemente, entre los ciudadanos. Y ayer fue la prueba más palpable. La movilización convocada por los sindicatos UGT y CCOO en varias ciudades de España --entre ellas en Zaragoza-- para mejorar la calidad del empleo y evitar la pérdida de poder adquisitivo y el aumento de las desigualdades, tuvo una tibia respuesta en la calle. En la capital aragonesa, solo unas mil personas asistieron a la protesta bajo el lema Stop al encarecimiento de la vida. Empleo y salarios dignos.

Los secretarios generales de UGT y CCOO en Aragón, Daniel Alastuey y Julián Buey, respectivamente, detectaron «miedo a movilizarse por perder el empleo», según dijo este último a la conclusión de la concentración en la plaza de España de Zaragoza, que estuvo respaldada por el PSOE, CHA e IU. Más elocuente fue su homólogo de UGT. «Los sindicatos hemos estado donde hemos podido en estos años, porque tenemos las manos atadas a la espalda por la reforma laboral», dijo Alastuey, que junto a Buey, exigieron su derogación, salarios dignos y la recuperación de las rentas. Para conseguirlo, el líder de UGT en Aragón trasladó un mensaje claro a los asistentes: «Tenemos que ser más y estar más en la calle», subrayó.

LAS HERIDAS DE LA CRISIS / Parados, jóvenes, inmigrantes, trabajadores de la educación y la sanidad, y jubilados, entre otros, tomaron la palabra durante la protesta con el objetivo de radiografiar las heridas de la crisis en sus colectivos y darlas a conocer. Muy atenta escuchaba Montse Garós, una monitora de comedor que, al igual que sus compañeras, lleva seis años con el «sueldo congelado» y con «un claro recorte de derechos laborales». La empresa para la que trabaja es adjudicataria de un contrato del Gobierno de Aragón. «Solo pedimos que se contrate con compañías que cuiden a sus empleadas», apuntó ayer Montse mientras asentían el resto de compañeras.

Ella era una de las mujeres que acudieron ayer a la protesta. Yolanda Costa, empleada del comercio también lamentaba la pérdida de poder adquisitivo y de condiciones laborales en los últimos años. «Nos han modificado los horarios, todas valemos para todo ya y hay más carga de trabajo porque se ha reducido el personal», apuntaba desencantada aunque con la frágil esperanza de que el nuevo convenio colectivo mejore la situación.

Tanto Alastuey como Buey incidieron en la necesidad de activar la negociación colectiva. Los sindicatos piden un incremento salarial de entre el 1,8 y el 3%, habida cuenta que los precios ya han repuntado hasta el 3% en enero, aupados por bienes tan cotidianos como la electricidad y el petróleo. «Las cosas no pueden seguir así», alzó la voz Buey en un momento de su discurso en el que aludió a la «comodidad en la que está instalado el Gobierno» y a la «incapacidad de las fuerzas de la izquierda».

MÁS MOVILIZACIONES / Ante ese escenario, Alastuey instó a reclamar en la calle lo que se ha perdido en la crisis, porque «estamos hartos de que no nos hagan caso» y lamentó que el Gobierno y la patronal «piensan que la crisis no ha cambiado nada». El Gobierno y los empresarios «se están poniendo de perfil y no quieren saber nada», añadió Buey.

Por ello, los líderes de UGT y de CCOO en Aragon advirtieron de que las movilizaciones continuará en próximos meses (hasta junio). «El sindicalismo está vivo», clamó el líder de UGT mientras cientos de personas disfrutaban de un placido domingo en las terrazas de la plaza de España.