San Jorge habría sido un soldado capadocio (actual Turquía) que peleó contra un dragón cerca de Silena (ciudad de la Libia, nombre con que griegos y romanos se referían a la región del norte de África entre Egipto y Cartago). Siguiendo con las legendarias hazañas del caballero san Jorge, éste habría derrotado a un dragón con su lanza, y liberado a una princesa que tenía secuestrada en su cueva.

Posteriormente, el santo habría muerto martirizado en las persecuciones que el emperador Diocleciano llevó a cabo contra los cristianos, entre los años 303 y 305 de nuestra era. Entre la realidad y la leyenda, aunque hubo un tiempo en que se llegó a poner en duda su existencia, san Jorge fue canonizado por el Papa Gelasio I en el año 496, fijando su festividad en el 23 de abril. Durante la Edad Media, el santo llegó a convertirse en el más popular de la Cristiandad, pasando a ser el icono y símbolo de la ayuda prestada por Dios a los cruzados en su lucha por la conquista de los santos lugares. Así, el otrora soldado capadocio, empezó a ser venerado en la Galia normanda y en la Inglaterra anglosajona. Fue también patrón de los genoveses en las Cruzadas, así como ahora lo es de Inglaterra y Rusia, con gran popularidad en el Este de Europa.

En cuanto a la iconografía, en sus inicios, fue representado hiriendo al dragón (símbolo del Mal absoluto) en clara semejanza con san Miguel, triunfante sobre el demonio que yace a sus pies. Para entonces san Jorge aparecía con una espada corta, para diferenciarlo de Longinos, el centurión romano que dio la lanzada a Jesús en la cruz. Convertido al Cristianismo, Longinos murió también mártir en Capadocia, siendo conmemorado por la Iglesia el 15 de marzo.

Siguiendo con la leyenda, san Jorge habría ayudado al rey aragonés Pedro I en el año 1096, en la batalla de Alcoraz para la conquista de Huesca. Un enfrentamiento que el monarca dirimió a su favor luchando contra los musulmanes y sus aliados castellanos. La de Alcoraz está considerada como la primera gran batalla campal de la Reconquista, con no menos de 40.000 soldados. De este modo, con san Jorge de su lado, en 1461 las Cortes de Aragón declararon oficial su festividad, al tiempo que ponían bajo sus auspicios la protección del Reino. En nuestros días, la Diputación General de Aragón, constituida en 1978, estableció en el Estatuto de 1982, que el Día de Aragón sería el 23 de abril, festividad de san Jorge.

Profundizando en la imagen del caballero santo y su victoria sobre el dragón, hay que tener en cuenta que en las civilizaciones antiguas (india, sumeria, acadia, griega y egipcia, entre otras) la figura de la tarasca --también asociada a la serpiente-- siempre ha representado a las fuerzas del inframundo, y en la tradición cristiana, al demonio que sale de la tierra o el agua, es guardián de importantes secretos y tesoros, aterroriza a las gentes de su dominio, rapta, escupe fuego, y vuela por los aires. Sin embargo, el mito del héroe que lucha contra los poderes del inframundo, es muy anterior a la propia leyenda de san Jorge. Así, la figura del dragón ya se encuentra presente en la mitología griega, cuando el dios Apolo mata al monstruo Pitón, representado por una serpiente, en la ciudad griega de Delfos. Y lo mismo ocurre en la mitología egipcia cuando el dios Horus mata a lanzazos a un cocodrilo que había raptado a Set; o en la representación del dios Ra, luchando con Apofis, dragón del caos. La figura de san Jorge es asimilable a la figura india de Durga, considerada diosa de los "príncipes guerreros", como san Jorge durante las Cruzadas.

Asimismo, san Jorge es representado en algunas leyendas como un héroe solar que, matando a la tarasca, convierte en positiva su fuerza maléfica; otras tradiciones sitúan al santo como protector de los vivos contra los muertos, a quienes recogía la noche del 23 de abril. La antiguas "enramadas", en lugares de Aragón, tenían relación con el mito. La tradición consistía en la colocación de ramos de flores y coronas de ramas en las puertas y balcones de las mozas casaderas, como símbolo de protección. Un rito que se llevaba a cabo en la madrugada del 23 de abril por parte de los quintos --los mozos que entraban en el sorteo para el servicio militar--.

San Jorge simboliza asimismo, por las fecha de su celebración, el inicio de un nuevo ciclo vital. La sangre derramada por la tarasca sería el símbolo de la fecundación de los animales y siembra de la tierra. Son muchas las localidades de la geografía española en las que cada 23 de abril, labradores y ganaderos acuden a la iglesia con simientes de trigo y esquilas de ganado para "despertar" la tierra "dormida" ; y en otros lugares se acostumbra, como protección, el "pasar la lanza del santo" por el lomo de los animales.

San Jorge, en definitiva, es el arquetipo del héroe protagonista del "mito del eterno retorno" y ejemplifica la cíclica y anual victoria, llegada la primavera, de la vida sobre la muerte.