Para Arribas la sentencia da respuesta al problema que se había generado: "Se dieron pasos que nos parecieron bien, como el utilizar la acera en determinados momentos para ir en bici y los carriles sugeridos, pero se han demostrado decisiones erróneas porque provocaron un efecto llamada para que muchos desaprensivos tomasen la acera como propia muchas veces de forma grosera e incívica". Por contra, sí celebra el cambio de mentalidad: "Conseguimos entre todos que la ciudad se haya ido adaptando a que la bici sea ya un medio de transporte más".

En su opinión, "no se trata de identificar un vehículo concreto como problema, sino que es la mala educación de las personas la que se traslada al uso de cada medio de transporte". Además, Arribas señala como responsable por inacción al consistorio: "Debió impulsar campañas de sensibilización. Es una pena, pero nos hemos acabado dando cuenta de que somos más groseros de lo que pensábamos".