NACIÓ EN PAMPLONA EN 1979. TIENE 26 AÑOS.

PROFESIÓN ARQUITECTO. LICENCIADO POR LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA.

ESTADO CIVIL SOLTERO.

AFICIONES TODO LO REFERENTE A LAS ARTES, LA NATURALEZA Y LA MONTAÑA.

SITUACIÓN ACTUAL TRABAJA EN UN DESPACHO JUNTO A UN GRUPO DE INGENIEROS. Y DESDE HACE SEIS MESES VIVE DE NUEVO EN EL PISO DE SU FAMILIA.

Su caso es uno de los más tremendos. En Biescas perdió a sus padres y a sus dos hermanos menores, de 10 y 11 años, quedando huérfano con 16 años. Desde entonces ha decidido no callar y dar la cara, convirtiéndose en todo un símbolo de lucha y superación, aunque su mirada se pierda cuando se le pregunta por los hechos y su voz se entrecorta en un mar de silencios.

-- ¿Es consciente de ser un referente de esta tragedia?--Sí. Pero entiendo a la gente que no quiere hablar, porque cuesta y duele. Pero si no lo recuerdas, la opinión pública se olvida. Y no hay que consentir el olvido. Hablando con la prensa consigo mantener vivo el caso y presionar. Por eso sigo.

-- ¿Qué pasó ese día?-- Nunca antes habíamos estado en ese cámping. Nos levantamos, fuimos a dar una vuelta por el monte y al volver empezó a llover y nos recogimos en la tienda. Estábamos en la parte alta (silencio). Y entonces, en cuestión de un minuto, empezó a llover más y más fuerte... (silencio) y a bajar agua por la ladera. Para cuando nos quisimos dar cuenta, el agua cubría cinco centímetros y para cuando dices baja mucha agua, vámonos, ya te llega a la rodilla. Para cuando quieres sujetarte a algo, te ha llevado.

baja mucha agua, vámonos

-- ¿Y después?-- Al principio me agarré, pero el agua llevaba tanta fuerza que me arrastró. Me quedé enganchado entre las ramas de algún árbol a la altura de la caseta central (silencio).

-- ¿Vio a su familia?-- No. Se fueron antes que yo (silencio). Un hombre me ayudó a salir después y me dejó sentado en una orilla. Después pasaron unos voluntarios. Había perdido la noción del tiempo y el espacio. La tromba de agua ya había pasado (silencio). Luego, las ambulancias, el hospital... El agua me había arrancado la ropa. Estaba con hipotermia y con golpes y magulladuras por todo el cuerpo...

-- ¿Cuándo se enteró de lo que había pasado con su familia?-- A la mañana siguiente. Me lo dijeron en el hospital de Jaca. La ola los arrastró y los dejó a todos en la parte baja. Fueron de los primeros cadáveres que se encontraron.

-- Y todo esto, ¿se le viene a la cabeza de vez en cuando o en fechas concretas?-- No especialmente, aunque siempre me dan mal rollo las tormentas. Al final, mi historia la frivolizo porque la repito muchas veces a la prensa... Más recuerdo que el que los medios me pedís, no me lo va a producir una tormenta.

-- ¿Necesitó algún tratamiento?-- No. Visité a tres psicólogos y coincidieron en que era un chico normal y que no tenía nada extraño. Únicamente, si yo quería, me trataban. Pero no fui. Como se dice, a verlas venir. La vida te va tratando y vas solucionando.

-- ¿Qué recuerdos tiene de su familia?-- Estaba en plena adolescencia y recuerdo las cosas más cotidianas. Los juegos, la clase, ir al monte con ellos, la playa... cómo te sentabas en las comidas... Los primeros años echas de menos muchas cosas. Las Navidades, por ejemplo. Y aunque tienes a otra familia que te arropa, notas la diferencia. Pero al final, las personas vamos cambiando... Haces nuevos amigos...

-- Usted es de Pamplona y le acogieron unos tíos de Orcoyen, un municipio casi colindante.-- Sí. La hermana de mi padre y su marido. Orcoyen es el pueblo paterno y solíamos ir los fines de semana y a pasar las vacaciones. Ellos tienen cinco hijos mayores que yo y somos como una familia más.

-- Aquel año, ¿perdió curso?-- No, tras el verano pasé a COU. Y cuando tenía un día malo, me concentraba cuando podía en estudiar para no darle vueltas a la cabeza. Así me olvidaba de lo demás.

-- Sinceramente, yo no sé si podría.-- (Silencio).

-- ¿Ha vuelto a algún cámping?-- Sí. Con mi familia solíamos ir todos los veranos. Y ahora me gusta viajar con tienda de campaña y he visitado Cantabria, Girona, Teruel, Portugal...

-- ¿Y Biescas?-- A acampar no he ido, porque no me apetece. He estado un par de veces en el pueblo. La primera al año y medio con mi abogada, para que conociera el sitio. Y hace cuatro o cinco años fui a Panticosa y entré. Por el Pirineo aragonés he estado varias veces.

-- ¿Qué le ha parecido el desarrollo del caso en los tribunales?-- Ya me avisaron de que los juicios eran lentos. Y está bien que por fin tengamos una sentencia favorable, pero todavía quedan matices pendientes. Nuestro caso se ha equiparado, por ejemplo, al de un accidente de tráfico, y creemos que esta catalogación no es correcta.

-- Usted es una de las víctimas que ha recurrido al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.-- El recurso se presentó antes de que la Audiencia Nacional dictase sentencia. Pero hemos recurrido, primero, porque el Gobierno no ha garantizado el derecho a la vida o la integridad de las personas que estaban en el cámping, permitiendo que se edificara habiendo un informe contrario. Y, segundo, porque el proceso ha sido larguísimo y no ha sido justo. Resulta que ahora nos es favorable cuando, con los mismos informes, antes no lo era. Así, la culpa ya no es de nadie sino de la Administración. Nosotros habíamos acusado a personas concretas que son las que firmaron determinados papeles.

-- ¿Los culpables tienen para usted nombre y apellido?-- Existe una lista judicial en la que aparecen los cargos que en su día autorizaron el cámping. Aunque, sinceramente, no me interesa saber quiénes son. No soy tan rencoroso. Lo que me irrita es que la Administración, en lugar de penalizarlos, los exculpa, protege y, encima, los asciende y promociona. A una persona que ha sido capaz de cometer semejante infracción, ¿cómo le permiten tener mayores responsabilidades?

-- Debido a su especial situación, la sentencia le concede a usted una mayor indemnización que al resto de familiares.-- El dinero es algo secundario, pero me evita unas cuantas preocupaciones. No me gusta que se publique cuánto voy a recibir. Ahora bien, no voy a ceder ni un ápice y cobraré lo que la ley establezca. Porque para mí es algo moral y un reconocimiento de culpabilidad.