En el conflicto del bus se han juntado el hambre con las ganas de comer. Cuentan que ayer en la reunión negociadora, el presidente del comité, Javier Anadón, le dijo a la empresa si no tenían suficiente ya con 62 días de huelga, a lo que el gerente de AUZSA, Manuel Ramo, contestó que como si estaban otros 62 más... Si ni AUZSA ni el comité ceden, si ni la empresa ni los trabajadores quieren buscar aires nuevos con otros negociadores, y si nadie quiere acabar el conflicto con un laudo de obligado cumplimiento, estamos abocados a una lucha sin cuartel. Después de 62 días de paros y de perder entre 300 y 500 euros al mes, los trabajadores no pueden acabar la huelga, sin lograr nada. Sería su gran fracaso. La empresa ya ha demostrado su frialdad y no tiene ningún problema en perder 20.000 euros al día. Puede aguantar más. Y el Ayuntamiento de Zaragoza no parece encontrar armas para hacerse valer y probablemente hasta ahora ha pensado más en que ya se ha ahorrado 1,5 millones de euros por la huelga. Aunque lo nieguen, ninguna parte está mirando mucho por los zaragozanos. Así las cosas, el conflicto se ha metido en un callejón sin salida. Los trabajadores (con las lógicas excepciones) llevan mucho tiempo habiéndose ganado mala fama entre los usuarios, con sus constantes huelgas y muchos desplantes. La empresa lleva mucho tiempo sin satisfacer a los zaragozanos, que han visto cómo el servicio perdía calidad en la misma proporción que la firma cambiaba de dueños. Y el Gobierno ha estado desnortado del bus en los últimos años. Reconducir esto ahora, tras 62 días de paro, requiere de mucha transformación.