Marta Sánchez y su pareja adoptaron tres niños indios hace seis años. "No podíamos tener hijos biológicos y queríamos formar una familia", reconoce. Una colaboración solidaria le dio la pista, pero Marta reconoce que pronto tuvo claro dónde buscarla. "Sinceramente, la India siempre nos había llamado la atención y sentíamos especial empatía". Ella, como la mayoría de personas que asistieron ayer a las IV Jornadas aragonesas de postadopción, optó por la adopción múltiple. "Tenemos tres hijos, de 11, 13 y 16 años cada uno. Esa familia numerosa que soñaba la encontré en India".

El proceso fue "largo y costoso", pero valió la pena. "En principio queríamos, pero surgió la posibilidad de acoger a tres hermanos, así que el regalo fue mayor". De hecho, la familia asegura que la adaptación costó y que sigue siendo necesario "apretarse el cinturón porque los hijos son más costosos que las hipotecas", pero "son muchos más los momentos buenos que los duros".

Apenas han pasado seis años, el tiempo suficiente, sin embargo, para que a Marta le haya cambiado la vida. Atrás queda la larga espera, las noches de incertidumbre y los cálculos. "Recuerdo que la espera se nos hizo enormemente larga, pero todo eso se olvida cuando llegan. De hecho, ya no nos acordamos de cómo era la vida antes de que llegaran porque fue entonces cuando empieza la aventura".

Para ellos, tampoco los trámites fueron un problema especialmente relevante. "Tuvimos suerte con la asociación que nos gestionó todo porque, gracias a su seriedad, todo fue más sencillo" aunque Marta admite que el coste del proceso "varía en función del país de origen", pero confiesa que el proceso sigue en marcha y que ni siquiera la sensación de normalidad y adaptación completa que se respira en su familia le hace bajar la guardia. "El proceso aún no ha terminado sino que la integración es larga y costosa". Mientras habla, una sonrisa y la mirada al cielo delatan su felicidad. "Estoy encantada y muy orgullosa de mi familia".