Era el escenario deseado desde hace más de una década, pero la crisis podría llevarse por delante el momento más dulce para la avenida Cataluña en Zaragoza. Tras múltiples presiones vecinales, el ayuntamiento va a acometer «en diciembre» la reforma del tramo entre el entronque del tercer cinturón y el paso bajo el puente del ferrocarril. Y, en paralelo, luce un edificio de doce plantas tras el convento de las Carmelitas Descalzas, a la altura del número 165, como si fuera una pica en Flandes. Se trata de la primera promoción de viviendas, y además de VPA, que sale adelante en al menos nueve años, desde antes de la crisis inmobiliaria que atascó el desarrollo del sector. Y hoy es paradigma de la encrucijada en la zona: hay mucha demanda pero poca oferta por unos suelos ahogados en deudas y en imposibles cargas de urbanización.

Vegas de Cogullada es una promoción de 90 pisos de protección oficial (VPA) que está culminando estos días las obras de urbanización. Sus promotores, Plan Urbis, aseguran que «en 15 o 20 días se entregarán las llaves» a unos propietarios que critican que llevan «desde diciembre del 2016» esperándolas. Pero al menos el edificio ya está terminado, que visto lo visto en la última década, es lo que más mérito tiene.

HASTA 20 MILLONES

Su construcción no solo permite importar vecinos a este tramo urbano de la N-II, sino también rescatar del abandono una zona degradada del barrio. Su urbanización dotará a este punto de la avenida de nuevas zonas verdes, una acera peatonal que desemboque en la arteria principal, nuevos viales en paralelo a esta, un parque de juegos infantiles y una instalación eléctrica con la que enganchar a la red a este y a futuros inmuebles. Por eso, precisamente, esta red de suministro de energía era lo que más dudas planteaba (la conexión con la subestación eléctrica más próxima) y, al parecer, se empieza a construir «la próxima semana», el martes.

Pero al margen de este hito importante en un área de intervención, la F-54-1, en la que más esperanzas hay depositadas (en el lado de los números impares y lindando con el tercer cinturón), otro dato demuestra el interés que despierta la zona en Zaragoza. «Tuvimos a más de cien personas interesadas en lista de espera», aseguran los responsables de Plan Urbis, quienes añaden que «seguramente es la zona más atractiva de la ciudad» para comprarse pisos, a diez minutos del centro y a un precio asequible.

Así que no les importa reconocer que su empresa ha sido una de las «muchas» que el ayuntamiento asegura que están detrás de un suelo en el entorno más próxima de la avenida. Así lo admitieron fuentes oficiales del área de Urbanismo a este diario. Pero, si es tan interesante, ¿por qué no despega otra promoción? La respuesta es sencilla: «Antes de poner un ladrillo quien quiera comprar se enfrenta a un pago de entre 2 y 20 millones».

Porque el problema actual no está en la demanda, sino en la oferta, que no puede atenderla. El epicentro se sitúa en los propietarios del suelo, que están ahogados por las enormes cargas de urbanización que el desarrollo de planes especiales o áreas de intervención previo, en una época de burbuja inmobiliaria, les trajo. Antes de una crisis que llevó a la liquidación a muchos de ellos, hasta el punto de que «hoy la Sareb es uno de los dueños más importantes». Y otros están en manos de fondos buitre que compraron a precio de saldo y hoy piden cifras «desorbitadas».