La salud de la economía aragonesa depende hoy, en gran medida, de Europa. El oxígeno de miles de empresas llega del corazón del viejo continente que afronta una más que probable recesión, según todos los expertos. En este contexto, las exportaciones de Aragón hacia Europa --allí se comercializa el 61,6% del total de las ventas al exterior, según datos de la Cámara de Comercio correspondientes a septiembre del 2011-- podrían sufrir un desplome. Esto hundiría más aún el ya maltrecho Producto Interior Bruto (PIB) de la comunidad que salvó los muebles en el 2011 gracias, precisamente, a la apuesta de la industria por los mercados internacionales. Desde Cámara de Zaragoza ya han advertido que el cierre del cuarto trimestre del 2011 será "malo" en cuanto a exportaciones.

El temor está más que fundado. En la últimas semanas distintos organismos ya han advertido de la posibilidad de que incluso Alemania pueda entrar en recesión, lo que daría la puntilla al tejido productivo aragonés. Solo al territorio germano, la comunidad vende casi el 19% de sus productos. El último boletín trimestral de coyuntura del Gobierno de Aragón ya pronosticaba que "si la desaceleración de las grandes economías europeas se convierte en recesión, las ventas externas se verían frenadas de forma notable, lo cual afectaría directamente sobre el sector industrial".

Uno de los indicadores que reflejan la realidad de la industria es el Índice de Producción Industrial (IPI), que en noviembre volvió a caer en Aragón. Durante el primer tramo del año hubo gran dinamismo del sector, pero desde agosto la tendencia ha sido a la baja. Así, el IPI cayó en el último año un 7,1% (ver gráfico). Unos datos que han provocado que UGT reclame una Mesa de la Industria para analizar los problemas del sector.

A PIE DE FACTORÍA La recesión provocaría un efecto dominó que llegaría a las principales factorías aragonesas, algunas de las cuales han comenzado a notar los primeros síntomas de enfriamiento y se han sumergido en ajustes productivos de cierto calado. El máximo exponente es General Motors (GM) que recientemente ha rebajado su previsión de fabricación para el 2012 hasta situarse en 315.000 unidades, tal y como adelantó este diario. De momento, Figueruelas trabajará este año 46 días menos, al igual que las decenas de empresas auxiliares de la automotriz, debido al ERE de 62 días aplicado en la planta para sus más de 7.000 empleados y que expira en enero del 2013.

Este es solo un ejemplo, pero hay más. El desplome de la economía europea no llega en el mejor momento, ya que otras compañías como Pikolín, que se ha lanzado a la internacionalizacion, ya arrastran la caída del consumo en el mercado nacional. De hecho, ya se ha aplicado un expediente de regulación de empleo (ERE) en la planta que afecta a sus 830 empleados hasta febrero del 2013. Desde el comité confían en que esos 93 días sean suficientes, porque "la producción está bastante floja", indicó su secretario, Luis Antonio Uche.

Otro ejemplo ilustrativo es la papelera Saica que, a pesar de haber batido en el 2011 su récord de producción, ya han sentido la caída de la demanda. "A partir del mes de julio empezamos a bajar y acabamos diciembre con una caída del 10% respecto al mismo mes del 2010", apuntó el pasado lunes a este diario su presidente, Ramón Alejandro Balet. De hecho se observa esta tendencia con preocupación.

A todo ello hay que sumar los conflictos laborales en algunas de las empresas más importantes de Aragón, como BSH Balay (con más de 1.500 trabajadores), en la que se han celebrado ya varias jornadas de huelga por la dificultad para alcanzar un acuerdo sobre el nuevo convenio colectivo.

POCAS ALTERNATIVAS Pero el margen de maniobra es prácticamente nulo para reducir las plantillas de la industria aragonesa. Y todo ello en vísperas de una nueva reforma laboral que comenzará a aplicarse en los próximos meses. En este sentido, el responsable de la Federación del Metal de CCOO en Aragón, Celso Hornero, destaca que el sector industrial "ya inició el 2011 de una forma muy dura y con extinciones de contratos", por lo que "las empresas han adelgazado ya mucho sus plantillas". Con todo, considera que la posible merma en el empleo vendrá por la necesidad de contar con flexibilidad y no por destrucción neta en este sector.

Cuando se le pregunta al secretario general de la Federación de Empresas del Metal de Zaragoza (FEMZ) y de Cepyme Aragón, Rafael Zapatero, sobre las expectativas para el 2012, la respuesta es tajante: "malas". Pero no únicamente por la caída de las exportaciones --más de 700 compañías de toda la comunidad venden en el exterior-- sino también porque miles de pymes aragonesas se juegan el ser o no ser en un mercado nacional que se encuentra en punto muerto.

Y eso, con un consumo cada vez más débil, es sinónimo de muchos apuros que incluso pueden traducirse en cierres. "La primera preocupación de las pymes es la caída del consumo interno porque no se vende", subraya Zapatero en alusión a un reciente sondeo realizado por Cepyme entre las empresas de la comunidad.