"Estamos contentos, pero a medias". Manuel Castro, propietario del bar Erika de Brea de Aragón estaba encantado de haber vendido en el terminal de su establecimiento un quinto premio que le proporcionará 6.000 euros a un afortunado que todavía no conoce. Pero lamentó que los parroquianos habituales del bar se hayan tenido que conformar con la pedrea que tocó en uno de los números que todos los años se reparten en participaciones. "Al que le haya tocado, aunque es una cantidad modesta, se pondrá muy contento", reconoció enérgico. Y añadió, con espíritu solidario: "Tendría que haber tocado mucho más y a más gente".

En Jaca, los 60.000 euros que repartió la administración de loterías José Luis, además de pedreas y aproximaciones, también se antojan viajeros. "No se conocen los afortunados, porque este número se vendió en julio", explicó a Radio Huesca. La alegría que mostraban tras conocer la noticia era enorme. "Nos hace ilusión repartir premios", aseguró.

También contenta hasta no poder más se encontraba ayer Sara Pérez, una de las afortunadas con uno de los décimos que la oficina de Vodafone de la plaza de España de Zaragoza había comprado en la administración de San Ignacio de Loyola y que resultó agraciado con un tercer premio.

Una fiesta

"Me lo ofreció a medias una amiga el viernes a última hora y yo no sabía ni qué número era, porque se lo quedó ella", explicó Pérez, que recibirá 25.000 euros para "tapar agujeros", indicó con humor. En la oficina de la empresa en la que trabaja habían comprado de ese número siete de los diez trabajadores. "Volveremos al trabajo, pero creo que lo primero será celebrar el premio con una fiesta", anunció. Según describe, todos los compañeros son jóvenes, con hijos pequeños y muchos de ellos con hipotecas, así que el dinero será una ayuda muy necesaria.

Los 150 décimos reservados por Vodafone se repartieron entre los trabajadores de la oficina y otras empresas auxiliares --como la de Pérez-- formadas por instaladores, informáticos y técnicos. Sectores que aunque mantienen el trabajo en estos años de crisis, suelen verse afectados por una precariedad laboral cada vez mayor para los que el "na na nana nana" de Raphael ha sonado a melodía de alivio.