Amaral juega en casa y eso se nota. El dúo llenó el Príncipe Felipe con casi 10.000 seguidores que no quisieron perderse el inicio de gira de su Gato negro/Dragón rojo y tampoco el primero (con permiso de Mehta) de los 5.000 actos programados para los próximos tres meses.

Copiloto y Sergio Falces animaron la espera pese a que no hacía falta, porque el aforo estaba completo una hora antes de empezar. Puntuales a la cita, a las diez se abrió el telón y aparecieron Eva y Juan, Juan y Eva. Ella, con un vestido corto, botas negras con tacón de aguja --que luego le provocaría algún tropezón en las escaleras--, y la máscara del disco; él, con vaquero, camisa negra y su inseparable gorro.

Primeros sones y primeros aplausos y a falta de mechero, las luces de los móviles. Sonaron Kamikaze y Tarde de domingo, del último disco. Después, se animaron con los anteriores éxitos, quizá los más conocidos o, por lo menos, los más coreados: El universo sobre mí, Moriría por vos. Con la cuarta canción Eva agarró el micrófono y se oyeron los primeros agradecimientos. "Hoy es un día especial para nosotros porque llevábamos mucho tiempo sin tocar. Sabemos que hace días que se colgó el cartel de localidades vendidas y eso es gracias a vosotros".

Y el público, de lo más variopinto, entregado. En la grada se mezclaban desde parejas treintañeras a alguna niña, que a sus 13 años no paró de cantar. "Se las sabe todas", decía su madre. "La que más me gusta es Te necesito", afirmaba ella. Y sonó.

Amaral combinó temas más intimistas (Como hablar, solo con Juan en el escenario) o No sé que hacer con mi vida (sentados), con otros más roqueros con el público saltando (Resurrección, Marta, Sebas y los demás y así hasta más de 20 canciones, entre ellas Llegará la tormenta, el himno oficioso de la Expo. Eva brindó con agua con un espectador (al que invitó) y amenazó con pasar "toda la noche en la calle o en el príncipe Felipe". No pudo ser, a las doce menos cuarto cerraron el telón.