Si dentro de un par de días va a su verdulería y no encuentra borraja, o la que hay cuesta el doble de lo habitual, no busque más explicaciones: son los efectos de la crecida del Ebro. Entre un 20% y un 30% de la verdura que se produce en Zaragoza se cultiva en áreas anegadas por el agua, como Sobradiel, Movera, Juslibol, La Cartuja o Pina, que tardarán en recuperarse y poder ser sembradas de nuevo. Por eso, la Asociación de Hortelanos de la capital aragonesa estima que a partir del lunes podría notarse cierto "desabastecimiento" en las tiendas del sector y un repunte "significativo" del precio de la acelga, la col, el cardo, las alcachofas o los espárragos. Estas variedades, junto con los cereales de invierno y la alfalfa, han sido las principales víctimas de la riada en Aragón.

"Teniendo en cuenta que habrá que esperar por lo menos 15 o 20 días para trabajar la tierra y otros 50 o 60 para que se críe, podemos estar tres o cuatro meses sin verdura, y eso suponiendo que no venga otra riada por el deshielo o muchas lluvias", advierte Manuel Calle, presidente de la asociación. "El agua provoca que estas variedades se pudran y el barro las cubre y las asfixia", explica. En su opinión, la falta de provisiones "durará" y eso se traducirá en subidas de precio "porque habrá mucha demanda y poca oferta". A día de hoy, los detallistas pagan 1,20 euros por el kilo de borraja en Mercazaragoza. "He hablado con muchos de los afectados, pero aún es pronto para cuantificar los daños", apunta Calle.

También es precipitado aventurar al detalle las consecuencias que la crecida del río ha tenido en un cultivo tan único como valorado a nivel internacional: la cebolla con Denominación de Origen (DO) Fuentes de Ebro. El presidente de su Consejo Regulador, Daniel Molina, estima que se verá afectado al menos el 20% de su producción. "Está todo anegado y hay muchas zonas a las que no podemos acceder para comprobarlo. Confiamos en que la evolución de las parcelas sea buena, baje el nivel del agua y se pueda salvar lo máximo posible", desea. "El riesgo es que, si permanece mucho tiempo sumergida, se pudre la semilla y la planta, pero aunque aguante, la productividad se verá mermada", lamenta.

Las cebollas dulces que están plantadas ahora se iban a recoger en julio (en junio como variedad de cebolletas), pero inevitablemente la recolección se retrasará. "Lo bueno es que tenemos fruto en muchas otras zonas que también pertenecen a la DO y que no están afectadas por la crecida, así como parcelas todavía por sembrar", destaca Molina, sin dejar que la incertidumbre venza su optimismo. Aunque con tono tranquilo, Molina no puede evitar mostrar su indignación por las inundaciones. "Sentimos una impotencia total, lo que ves destrozado es parte de ti y se te cae el alma al suelo. No pedimos nada raro, solo sentido común. Es natural que se limpie el río, porque es estratégico para la economía y el futuro de estos pueblos", reivindica.

Tierra "borracha de agua"

La viabilidad de los cultivos "dependerá de cuánto tiempo permanezcan inundados", ya que la mortandad se produce por asfixia radicular (no entra aire a la raíz), según insiste Carlos Polo, ingeniero agrícola de los servicios técnicos de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA). "La tierra está borracha de agua. Lo que siga anegado dentro de una semana se habrá muerto seguro", augura.

Su compañera Esther Pereda, veterinaria, resalta las enfermedades que pueden contraer los animales que no han muerto ahogados: "El estrés, por la situación de caos vivida y por hipotermia, les baja las defensas y les provoca problemas respiratorios y digestivos, lo que se traducirá en una disminución de la producción y del rendimiento cárnico, retrasos en el crecimiento de la cabaña más joven y abortos o alteraciones del ciclo reproductivo en los adultos".