La incertidumbre que genera el resultado de las próximas elecciones en Zaragoza ha servido para impulsar proyectos que llevan años varados, otros siempre polémicos ahora se resuelven sin un ápice de crítica y otros formando consensos hasta ahora imposibles en la legislatura. El Gobierno municipal ha sacado del cajón en el último mes asuntos espinosos como el futuro de La Romareda, otros que llevaban mucho retraso como el cambio de usos, de terciario a residencial, de una parcela que permitirá a Zaragoza Alta Velocidad ponerla de inmediato en el mercado, y otros históricos como el de los pisos tutelados en Las Fuentes, que tras dos décadas reclamándolo resulta que la clave estaba en privatizar la gestión. O el de Pontoneros, que hartos de querer externalizarlos ahora se resuelve vendiendo suelos, pese a llevar años sin enajenar un solo metro cuadrado.

Ha sido una recta final frenética y solo el pago adicional de 6 millones de euros a FCC en las zonas verdes ha generado asperezas. Quizá por lo escandaloso de un inventario de árboles que se ha multiplicado por diez de repente. Parece como si este haya sido el único imprevisto que PP y CHA no le hayan permitido al PSOE meter en el furgón de cola. En los demás, ambos han estado.

Ese es otro llamativo denominador común después de cuatro años del no a todo de los populares y el sí, pero a casi todo de Chunta. O, según se mire, porque este podría ser la incomprendida posición de confrontación de IU, ya en clave de Zaragoza en Común. alejado de los grandes consensos. Doble lectura igual de verosímil.

Memoria frágil

Más agitación es imposible. De repente, los dueños de los suelos de Pikolín presentan un plan especial para convertir unos terrenos que llevan todo el mandato abandonados en un macrocomplejo comercial. Grandes superficies de las que, como es bien sabido, la ciudad no es que adolezca. O la constructora Ebrosa se decide a impulsar aquel viejo proyecto que iba a servir para alojar visitantes de la Expo 2008 junto al puente de La Almozara y que llevaba ocho años dormido. Ahora será una torre de 20 plantas con pisos, más de 300, y convertido en un hito por su diseño. Atrás queda el parón de las obras en el 2007. Casi los mismos años que llevaba el proyecto de Lamela con el que se pretendía remodelar La Romareda en tiempos del nacionalista Antonio Gaspar como responsable de Urbanismo. El club habla de rescatarlo (no en el comunicado pero sí en sus explicaciones), de los posibles usos comerciales que podrían generar una fuente de ingresos adicional e incluso de aumentar en 11.000 las localidades o de hacer en poco más de dos años las obras. También de asumir un canon de 225.000 euros al año. Y el ciudadano de a pie recuerda entonces las críticas políticas porque dejarles usar el estadio sin pagar nada, de la cruzada del PP contra el PSOE por haber cedido a precario en pocos días las antiguas oficinas de Gerencia de Urbanismo, tan deterioradas como el resto del coliseo. O de cómo un día un juez llegó a parar los trabajos el mismo día que empezaban.

El Real Zaragoza parece que puede (ya no importan lo más de 30 millones que debe devolver a Hacienda o los 106 de deuda total), y la ciudad, parece que debe. Porque, dice abiertamente el club, en función de los resultados de las elecciones, se puede demorar mucho este acuerdo. Dicho y hecho, 20 días naturales --y 9 hábiles-- han sido necesarios para hacer lo único que eran capaces de hacer en el consistorio: poner la concesión a 75 años con un periodo de alegaciones abierto mientras ellos, los partidos, se dedican a otras cosas en campaña.

Movilidad

De movilidad, por ejemplo. En este apartado, no hay ningún reparo en firmar la adjudicación con la ingeniería Idom para que estudie la viabilidad de la segunda línea del tranvía, sin darle demasiado bombo. Pero la revisión del plan de movilidad sostenible, esa que iba a dar las claves para saber qué es lo que la ciudad necesita y que Chunta le impuso al PSOE para pactar el actual presupuesto, de esa nada se sabe. El esprint no ha dado para tanto. Quizá se haya atascado en Contratación. Esta, como todo el mundo sabe, está en los dominios de un Fernando Gimeno que se ha dado más prisa en dejar las finanzas apañadas y a punto para sacar a Zaragoza del plan de ajuste en el que él mismo metió. Es su "obsesión" --lo dice él--, y parece que lo logrará.

Pero tampoco parece generar sorpresas en la oposición. Todos los partidos la reclaman, casi todos critican la demora en realizarla y ninguno le recuerda al Gobierno que la licitación no está. Chunta no parece demasiado molesta. El PP, empeñado en dar carpetazo a la imposición del tranvía, hace tiempo que ya no la menciona. Tampoco IU, siempre partidario del tranvía. Y el PSOE, con Carlos Pérez Anadón ya menos "talibán" (así se definió él la semana pasada) apela a ese estudio como la solución a todos los males --conflictos tranvía-bus-bicis-peatones--, pero se olvida de que su licitación estaba, y está aún, en manos del Gobierno actual. Si lo hace ahora será electoralista. Si no lo hace, sería dejación.

En lo que no se ha puesto tanto empeño es en las subvenciones. Por desgracia para las entidades, ninguna se adjudicará antes de los comicios. Aunque al menos solo faltan por convocar las de Medio Ambiente, y se espera para esta semana. Las deberá resolver la incierta próxima corporación.