El Debate sobre el Estado de la Ciudad de Zaragoza comienza hoy en la plaza del Pilar con una clara división entre izquierda y derecha. En ese aspecto, que viene siendo invariable desde los albores de la transición, nada nuevo bajo el sol.

Las novedades, entre las que destaca la recientemente aprobada y llamada ley de la capitalidad vendrán planteadas por la gestión de un gobierno, el de Pedro Santisteve, que desde su primer día proclamó su vocación de cambio.

Los nuevos gestores, sin tradición en la política institucional, anunciaron un nuevo rumbo a tomar desde una nueva izquierda, aglutinada en la candidatura y el grupo de ZeC, surgida, como otras confluencias y mareas, de los procesos de descontento y respuesta social derivados del movimiento de los indignados, crisis económica, corrupción y paro, entre otros factores que contribuyeron a variar el mapa político en mayo de 2015, en las últimas elecciones municipales.

Dos años y medio después, Santisteve parece estar por primera vez en condiciones de ofrecer y debatir sobre algunas realidades y proyectos: la rebaja de la deuda, el aumento de los ingresos derivados de la ley de capitalidad, las reformas en las avenidas Cataluña y Tenor Fleta, la intervención urbanística en los depósitos del Pignatelli... amén de diversas iniciativas en temas de integración o movilidad urbana (con la incógnita de la segunda línea del tranvía, no aún definitivamente enterrada).

El alcalde no comparecerá como el peligroso troskista revolucionario que algunos temían, sino como un representante yo diría que bastante cabal de esa izquierda alternativa, asamblearia, para unos justiciera, populista para otros, que trata de mantener su base participativa, el voto de los círculos, y al mismo tiempo organizarse en cuadros directivos. Y que en el ejercicio de la vida parlamentaria, política, en el Congreso de los Diputados o en el Ayuntaniento de Zaragoza, se va puliendo, moderando, ajustando a la realidad y a la Constitución (aunque ambas no les gusten).

Enfrente tendrá Santisteve a un Partido Popular que ya se ve gobernando, y al que tratará de batir con sus tradicionales armas: el urbanismo, la economía y la hacienda. Habrá debate, y del duro, porque el lobo electoral de las elecciones del 19 acaba de asomar su patita y nadie quiere ser Caperucita, aunque fuese roja.