El debate sobre la peatonalización del Casco Histórico de Zaragoza pronto volverá a la escena política. Aprovechando la construcción de la segunda fase del tranvía, con la transformación urbana que supone, y el trabajo ya realizado con motivo de la candidatura a la Capitalidad Europea de la Cultura, Izquierda Unida ha solicitado al alcalde que impulse un exhaustivo estudio sobre las posibilidades que existen para llevarla a cabo y sacar definitivamente el tráfico privado de las calles más céntricas.

De momento, el portavoz municipal de IU y presidente del distrito del Casco Histórico, José Manuel Alonso, llevará esta petición al próximo pleno, con la intención de que todos los grupos opinen sobre si se dan las condiciones de oportunidad para afrontar una actuación integral que ya se ha realizado con éxito en otras ciudades. Ya hay avances puntuales, como el de la calle Alfonso y su entorno. Pero el objetivo es abarcar un ámbito de acción mucho más amplio, que iría desde La Magdalena hasta San Pablo o el entorno de La Aljafería.

Todo apunta a un rediseño de la escena urbana, conformado por calles peatonales o semipeatonales (con circulación restringida, solo para residentes, acceso a comercios y estacionamientos de carga y descarga) que afectaría al 70% de los viales que existen.

MULTIDISCIPLINAR Hace dos años que se presentó el Plan Estratégico de Revitalización del Casco Histórico, una tormenta de ideas que ya lo planteaba, así como la propuesta de establecer recorridos peatonales en forma de ejes este-oeste que unirían el parque Bruil o la calle Asalto con el parque de La Aljafería.

Pero para el estudio hace falta recopilar también datos de Movilidad, de la Policía Local y los servicios de emergencia, entre otros. Porque se trata de definir en qué calles se puede hacer y los condicionantes que conllevan. Igual que pasó en su día con la calle Alfonso, donde no se pudo satisfacer la petición de montar veladores porque se determinó que, pese a ser peatonal, representaba una vía fundamental ante una posible evacuación masiva.

Por eso, Alonso defiende que "hay que recopilar todos los datos para abrir un proceso de participación a todos los colectivos vecinales". Este, a su juicio, debería estar terminado "cuando finalicen las obras del tranvía". Para empezar a pensar en actuaciones.

En su opinión, el tranvía "ha contribuido a concienciar a los ciudadanos de que existen itinerarios alternativos para evitar el paso por el centro, derivando el tráfico al segundo, tercer y cuarto cinturón de la ciudad". Y, si ha funcionado por las obras, podrá servir de forma indefinida.

Más aún por la necesidad de potenciar el comercio de proximidad, que confía en lograrlo con más gente yendo a pie por el distrito que concentra la mayor oferta cultural, turística y de patrimonio histórico.

Puntos concretos en este debate serán la posibilidad de hacer peatonal el puente de Piedra, lo que conllevaría a extenderlo a la calle Don Jaime; la de restringir el tráfico en San Vicente de Paúl o en Echegaray; e incluso la de una semipeatonalización de Conde Aranda, desde donde solo el autobús accede al Casco. Por eso hace falta analizar los flujos de tráfico, o si son necesarios más aparcamientos disuasorios o es suficiente con los que hay y los previstos en Parque Bruil y la calle Moret para que solo los residentes, comerciantes y el transporte público, puedan circular.