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LA ENTREVISTA DE LA SEMANA

Ander Garitano: "Me arrepiento de haber cogido el Zaragoza, no de haberlo dejado"

"No se imaginan cómo sería un 'playoff' en La Romareda"

Ander Garitano: "Me arrepiento de haber cogido el Zaragoza, no de haberlo dejado"

--Ander Garitano es un hombre de fútbol que creció en una familia de fútbol. ¿Cómo empezó?

--A los 4 años ya estaba en la plaza del pueblo todos los días jugando con gente mucho más mayor que yo. Además, lo vivía en casa, con cuatro hermanos que han jugado a fútbol. La plaza era tremendamente grande. Jugábamos diez contra diez o doce contra doce. Las porterías eran dos piedras grandes. Tenía un vallado la plaza y había dos en cada lado. Pegado estaba el frontón y cuando nos tocaba jugar ahí, pintábamos las porterías con tiza. Inolvidable, una vivencia increíble.

--¿En qué equipo empezó?

--En el Derio. Antes no podías estar federado hasta los 11 años, pero yo entré con 8 y estuve yendo tres años a entrenar sin poder jugar partidos. Íbamos andando todos los días 3 kilómetros hasta el Seminario de Derio, que es muy famoso. Cuando me llegó la edad, jugué un año en el alevín y ya me llamó el Athletic. En infantiles entré en el Athletic Begoña y al año siguiente, en el A, ya me cogió Chechu Rojo.

--¿Se dio cuenta en algún momento de que iba a ser futbolista?

--A los 16 años, cuando me llamó la selección española. Cuando empiezas a perder clases y a jugar con gente del Madrid y el Barça que ves que tiene proyección, ves esa posibilidad. Con esa edad yo ya estaba jugando en el Bilbao Athletic, en Segunda A.

--Fue tan prematura su llegada al Athletic como su salida, aunque estuvo nueve años.

--Todos los años que estuve allí, o me las llevaba para bien o para mal. No había un punto medio conmigo en la afición. Si el equipo andaba bien, era un jugador idolatrado, pero si el equipo no hacía un buen año, pues normalmente me llevaba muchas. En la 95-96 hicimos bastante mal año con Stepanovic y fue la primera vez que tuve lesiones musculares. Después llegó Luis Fernández y empecé a ver cosas raras. Se oían cosas de que iban a ir a por alguno con mucho peso en el vestuario, el entrenador me ponía de mediapunta... En fin, cosas poco normales.

--¿Por qué se fue?

--Vino el Zaragoza a buscarme y dije que punto final, que me iba. Llevaba muchos años aguantando una presión importante. Las dos temporadas anteriores me había querido el Barcelona y, sin embargo, no me dejaron salir. No se portaron bien conmigo.

--Las malas lenguas cuentan que tuvo que salir por su mala relación con Julen Guerrero. ¿Se llevaban mal?

--No tenía ni buena ni mala relación él, es un chico introvertido. Dicen que alguien enredó por detrás y yo solo sé que no veía cosas normales respecto a mí. Se me ofreció la posibilidad de venir aquí, con unos futbolistas de nivel alto, y no lo dudé.

--¿Cómo fue la adaptación?

--Rápida y buena. Yo me había pegado los años anteriores con todos. Coincidieron eliminatorias de Copa y me di con Nayim, con Poyet... con todos. Pero llegué al vestuario y fue todo muy bien. Hicimos una primera vuelta mala, pero la segunda fue de Champions. Creo que hicimos 37 puntos desde que cogió el equipo Costa, después de que echaran a Víctor y Espárrago.

--¿Con Víctor Fernández llegó incluso a jugar de lateral?

--Me tocó en casa de lateral izquierdo contra el mejor Figo, el día del 3-5, que hicimos 60 minutos espectaculares hasta que llegó la jugada del 3-2, la de penalti y expulsión. Fueron cuatro o cinco partidos, no más. Ya en la segunda vuelta pasé a jugar en medio con Aragón, el Kily por la izquierda, con Gustavo López, Poyet y Morientes.

--Buen equipo.

--Un equipazo.

--¿Le sorprendió integrarse tan pronto?

--Había vivido toda mi vida en Derio y era un gran cambio marcharse a una ciudad de 750.000 habitantes. Llegas con la duda de cómo te vas a encontrar en el club, en el vestuario, en el campo... Los vascos, en ese aspecto, creo que somos un poco más reservados. Pero desde el primer día me encontré muy a gusto, con los compañeros y en el campo. Y el club era espectacular. No trabajaba mucha gente, pero había una gran humanidad y nos conocíamos todos. La familia Soláns era muy cercana, además... Era un club familiar con el que te identificabas rápido. Así que lo que hacías, lo hacías de corazón.

--Hay grandes partidos en sus seis temporadas en el Zaragoza. ¿Alguno le marcó?

--El 1-5 del Bernabéu, claro. Ese día podíamos haber ganado 2-8. Como partido me acuerdo mucho del de Logroño de la 96-97. Acabamos la primera vuelta con 16 puntos y Las Gaunas era zaragocista. Es uno de los partidos más bonitos que he vivido yo en el campo, con toda esa gente del Zaragoza. Muy especial. En la temporada 99-00, en la que llegamos con opciones de ser campeones hasta la última jornada, hubo un montón de partidos preciosos en casa. Contra el Depor (2-1), que fue campeón; contra el Valencia (4-2), finalista de la Champions...

--Con qué rabia gritó su gol en el Bernabéu el día del 1-5, el 4 de diciembre del 99. ¿Se acuerda?

--Claro. No es normal ganar 1-5, y menos en el Bernabéu. Ese es un partido muy, muy especial.

--Otra celebración especial fue la de La Cartuja en el 2001. ¿Era el título que le faltaba?

--El que me faltaba no. ¡Es el único título que tengo! (risas). Fue un mal año en Liga, pero ganamos la final de Copa al Celta contra todo pronóstico jugando un partido inteligente. Ese título es un poco la recompensa a toda mi carrera futbolística.

--En el 2002 colgó las botas. ¿Ya pensaba ser entrenador?

--No. Pensaba entrenar a chavales. Empecé en el Amistad de Primera Alevín y al siguiente ya pasé al infantil del Zaragoza. Estuve allí tres años, luego en el cadete A, un año en el juvenil, con el primer equipo, y otros dos años en el División de Honor juvenil, además de los tres años en la secretaría técnica.

--¿No fue un tanto rara su llegada al primer equipo?

--Me lo ofrecieron, lo pensé y dije que sí. Evidentemente me equivoqué. No lo tenía que haber cogido, no era el momento. Por eso retrocedí, porque pensaba que era lo mejor para el club. No para mí, para el club.

--¿Por qué lo dejó?

--Fue una decisión personal y punto. No quiero remover más eso. Me equivoqué al coger el equipo, no al dejarlo. Hice daño a ciertas personas del club y por eso tengo ese momento como el más doloroso desde que llegué a Zaragoza en 1996.

--Ocho días solo. ¿Se ha arrepentido muchas veces?

--No. De lo que me arrepiento es de haberlo cogido.

--¿Cree que de alguna manera perdió una gran oportunidad?

--¿Por perderme estar en la élite? No. Ya estuve en la élite como jugador y eso es lo que me hizo feliz. Yo no pienso que se cerrase una puerta. Pienso que era lo mejor para el club y nada más.

--¿En su vuelta notó que había cambiado el ambiente?

--Ya antes. La distancia que había entre el club y la Ciudad Deportiva era abismal. Había muy poca coordinación y no era culpa del coordinador, Javier Ruiz de Lazcano. Las cosas funcionaban bastante bien con él, pero con el club no había manera. Dar pasos en cuanto a trabajo de cantera era muy complicado.

--¿Cómo ve ahora la cantera?

--Ahora no sé cómo trabajan, pero aquí el gran problema que ha habido es que nunca ha habido una conexión entre el club y la Ciudad Deportiva a la hora de trabajar, de ver futbolistas, de invertir en jugadores importantes, jugadores que tienen que tener controles médicos, seguimientos... Se puede trabajar mucho mejor. Pero mucho mejor.

--¿A qué se refiere?

--Al trabajo en cuanto a todo. Al trabajo de calidad de entrenamiento de jugadores, de captación, de rendimiento de los jugadores importantes, de inversión sobre esos jugadores, al trabajo diario... A todo.

--¿Le da la impresión de que hay poca exigencia?

--Sí. Si desde la Ciudad Deportiva ves que estás casi dejado de la mano de Dios, pues haces lo que puedes. Esa es la síntesis. En la Ciudad Deportiva se ha hecho siempre lo que se ha podido.

--¿Quiere decir que funciona a impulsos individuales?

--Cuando yo he estado, ha habido una seriedad de trabajo con Chirri, pero era de cosecha propia, del coordinador con los entrenadores. Y hacías lo que podías con muy poca infraestructura. Y económicamente ni le cuento. Creo que nunca había un presupuesto en el fútbol base. Para formar a los futbolistas y elegir 15, por ejemplo, que crees que van a llegar al primer equipo, hay que invertir en controles exhaustivos, en aparatos, en entrenadores, en horas, en sueldos... Y nunca se ha hecho.

--¿Podrían salir más futbolistas?

--Por algo no salen más. No es casualidad. Si se invirtiera, evidentemente saldrían muchos más.

--¿Tenía relación con Agapito?

--Pues como todos. Al principio, cuando llegó, sí tenía algo de trato con la gente, y conmigo como uno más. Luego, cuando las cosas se empezaron a torcer un poco, desapareció y ya no se le veía.

--¿La salida del club le dolió?

--No. En la Ciudad Deportiva, esos tres años que estuve en la secretaría técnica, me recorrí España desde La Coruña hasta Almería y desde Girona a Huelva. Viajaba todos los fines de semana. Y el caso que te hacían era... Pues eso, otra vez la desconexión, esa poca creencia que hay en el fútbol base. Yo he dado partes al club de futbolistas que estaban en cadetes y juveniles que hoy están en Primera División. Acabé harto de meter miles de horas con muy poca producción. Vino alguno, aunque podíamos haber traído mejores futbolistas. Pero por dejadez no se firmaron. Hablo de futbolistas de buen nivel. Por eso mi salida no fue traumática. No me gustaron las formas del señor Pitarch, aunque seguro que Agapito estaría detrás.

--¿Cómo ve al primer equipo?

--Los cinco de arriba están por encima futbolísticamente. Veo al equipo muy irregular, sin excesivo aplomo. Si se lo creyeran un poco más, tiene futbolistas para meterse y dar guerra en el playoff. Yo creo que los futbolistas no saben cómo sería jugar un playoff en La Romareda. Se sorprenderían mucho. Si son capaces de enganchar a la gente en la segunda vuelta y que se llene La Romareda en los playoff, habría posibilidades de ascender. Si no, no habría posibilidades. A los jugadores creo que les falta convicción, me da la impresión de que el equipo tiene mejores jugadores de lo que demuestra.

--¿Por qué le ilusionó el Ebro?

--Me llamó un amigo para hacer un proyecto y creímos que el Ebro era el club adecuado para desarrollarlo. Por las dos personas que llevan el club, que son Juan Carlos Ruiz de Lazcano y Jesús Navarro. Son honestos y humildes, es imposible que te den la espalda, no te van a fallar. Al equipo le ha costado en los primeros 10 partidos, sufre en casa porque las condiciones del campo no nos favorecen. Nos perjudican todos los domingos las dimensiones, y ahí estamos, intentando competir en un playoff. Y hasta ahí puedo hablar.

--¿Por qué?

--Estamos hablando del Club Deportivo Ebro, un club humilde, y no nos podemos volver locos. Hay equipos como el Teruel, el Tarazona... que tienen más horas de vuelo en clasificaciones altas y hay que tener un respeto.

--¿No tiene ganas de volver a sentarse en un banquillo?

--Ahora no. Veo tan entusiasmada a la gente de aquí, que solo por ellos meto más horas. A día de hoy solo me llena esto. ¿Que algún día entrenaré? Pues probablemente. El entrenador está por ahí dentro escondido. Y el jugador también, aunque ese es imposible que vuelva.

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