Medio centenar de personas se concentraron ayer en la plaza de la Esperanza de Zaragoza, junto a la avenida de Cataluña, para rendir homenaje a las víctimas del atentado terrorista de ETA que, hace quince años y en ese mismo emplazamiento, destruyó la casa cuartel de la Guardia Civil en la que residían ochenta familias.

Asistieron supervivientes de la tragedia, que ocasionó la muerte de once personas (entre ellas cinco niños), representantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y portavoces de distintas asociaciones de víctimas del terrorismo. Pasadas las once de la mañana, los congregados guardaron un minuto de silencio y depositaron un ramo de flores en el monumento levantado en el centro de la plaza. Una salva de aplausos puso el punto final a la concentración.

El acto fue convocado por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). Se trata de la primera ocasión en que la Benemérita organiza un homenaje oficial a sus víctimas. Julio Mendo, delegado provincial de la AUGC, subrayó que "la concentración se ha concebido como un acto íntimo, minoritario, sin connotaciones políticas de ninguna clase".

Transcurridos quince años desde el atentado, Julio Mendo hizo un rápido balance de la situación. "Las víctimas consideran que ha habido justicia social, que la sociedad reconoce lo que han sufrido y están sufriendo, pero en cuanto a la justicia de los tribunales debo decir que los jueces han aplicado el Código Penal existente".

Mendo declaró que el acto no se circunscribía a las víctimas del atentado contra la casa cuartel, aunque fuera su referente más cercano, sino que "es extensible a las víctimas del terrorismo en todo el mundo, para que no caigan nunca en el olvido".

BAJO LOS ESCOMBROS Maribel Franco, delegada en Aragón de la Asociación Víctimas del Terrorismo, se refirió a Henri Parot, autor material del atentado, que fue condenado a más de 1.000 años de cárcel en 1994. "Las penas --dijo-- no deberían ser acumulativas, sino cumplirse condena por condena, para que los culpables se pudran en la cárcel".

"No me sorprendió --añadió-- que Josu Ternera huyera de la Justicia cuando fue llamado para declarar como instigador del atentado de la casa cuartel".

Un guardia civil que residía cerca del acuartelamiento cuando se produjo la explosión no pudo evitar volver atrás en el tiempo. "Ahora mismo estoy viendo el cuartel hundido", relató. "Esa imagen no se me borra, como tampoco consigo olvidar a los heridos que ayudé a sacar".

Gloria, una mujer de mediana edad que residía en el lugar del atentado, contó cómo su familia quedó sepultada por los escombros al estallar el coche bomba. "Perdí el conocimiento", dijo. "Los cascotes nos cubrieron a todos y no pudimos salir del piso hasta que vinieron a sacarnos los equipos de rescate".