POR

ADRIANA OLIVEROS

Fue una noche de premios y solidaridad. Unicef celebró ayer su cena anual en El Cachirulo de Zaragoza. El motivo: recaudar fondos para un programa para la mejora de la protección de los niños contra la violencia, la explotación, los malos tratos y la discriminación. Y el salón Aragón se llenó hasta la bandera. La presidenta de la entidad, Mercedes Diez Barrabés, estuvo al frente de la comitiva. Recibió al consejero Eduardo Bandrés, a los directores generales Florencio García Madrigal y Fernando Arcega, a la concejala Pilar Serrano, al vicepresidente de las Cortes, Ignacio Palazón, a los también populares Guedea, Plantagenet, Martínez del Campo y Azcón... La lista, casi interminable. En total, 225 personas. El delegado Ameijide y el alcalde Atarés no pudieron asistir, retenidos por la situación creada por el Ebro. Pero sí lo hicieron los premiados. A saber: el rector, Felipe Pétriz, el hasta hace poco director de RNE Aragón, Carlos Sauras, y los pequeños Guillermo Arribas e Inés Modrego que, acompañados por sus profesores (Adela Quintana y Mario Remón), recogieron los galardones en nombre de los colegios Jesús María El Salvador y Nuestra Señora del Carmen, que han participado en el programa Enrédate . Llegó Javier Loriente, presidente del Basket Zaragoza, equipo recién distinguido como Embajador de Unicef. Sonaban de fondo los violines del trío Volga. Comenzó la noche. Resplandecían Miss Zaragoza, Ana Ciprés, y sus dos damas (Beatriz Hidalgo y Marina Saez), que volvieron a colaborar activamente. Tino Fondevila, a pie del micro, con la que suscribe. La lupa, escrita entre plato y plato. Los invitados, reunidos. Por un deseo de Unicef. Un deseo por la infancia.