Cientos de parejas de enamorados de todas las edades se besaron ayer a mediodía en la ciudad para poner fin a la representación popular que rememoró la trágica historia de la leyenda de los Amantes de Teruel, Diego de Marcilla e Isabel de Segura. Durante tres días, según estimaciones del ayuntamiento, más de 30.000 personas han visitado la ciudad y han presenciado alguno de los diferentes actos que se programan para la recreación medieval de la leyenda, que protagonizan más de ochenta actores aficionados y cientos de figurantes.

A los personajes de la leyenda acompañan los habitantes de la ciudad, que se visten con ropajes inspirados en la época y llenan las viejas calles de la ciudad por unos días para retroceder al siglo XIII, cuando se desarrolló la leyenda.

La fiesta comenzó con la lectura el pasado viernes del pregón de la fiesta, a cargo de la escritora Magadalena Lasala, y concluyó ayer con el entierro de los amantes Diego e Isabel en el mausoleo que les dedicó esta ciudad.

La leyenda de los amantes se remonta al siglo XIII, cuando este territorio era frontera entre cristianos y musulmanes, y Diego, noble pero pobre, se marcha a la guerra para enriquecerse y poder contraer matrimonio con su amada Isabel, una rica heredera. Después de que se hubiera anunciado su muerte, regresa a la ciudad cinco años después, el mismo día en que Isabel contrae matrimonio con el noble Pedro Fernández de Azagra.

El joven muere de a los pies de su amada, al negarle ésta un beso de amor, e Isabel también muere poco después al besar el cadáver de su amado frente a la catedral.

Para poner fin a la representación se pide a todos los asistentes que se besen en memoria y homenaje de la famosa pareja. Durante estos días, sus calles han estado ocupadas por un gran mercadillo medieval, con más de doscientos puestos, pero también caballeros de mil batallas, damas, trovadores, frailes o saltimbanquis.

El alcalde de Teruel, el popular Manuel Blasco, planteó que la corporación que salga de las próximas elecciones deberá instalar graderíos y pantallas gigantes para satisfacer la gran afluencia de visitantes, muchos de los cuales no pudieron seguir las escenas principales de la recreación medieval. La fiesta, en su séptima edición, se ha convertido, a juicio del alcalde, en uno de los principales atractivos de Teruel, en cuyas calles convivieron judíos, musulmanes y cristianos.

Durante el desarrollo de la fiesta no se han producido incidentes salvo una cornada que sufrió en la tarde del sábado una mujer, en la plaza del Torico, cuando asistía a los toros ensogados.