POR

ADRIANA OLIVEROS

Dos cantantes, un pianista, un actor y el genio de Bach han sido suficientes para que 2.000 escolares empiecen a amar la ópera y La cantata del café . Ibercaja ha puesto en marcha, en Zaragoza, un ciclo de introducción a este género. Un éxito que ha cosechado jóvenes aficionados sesión a sesión. El viernes estaban citados ochenta chavales de la Sagrada Familia y de las Escuelas Pías de Santa Engracia. Con caras escépticas al principio. No sabían nada de Bach, de sus conciertos y sus fugas. Los profesores Delia Sáez, Francisco Oliván y Pedro Martínez, Cristina San Agustín y Luisa Frontiñán llamaban al silencio. En el palco, la directora del Centro Cultural de Ibercaja, Marisa Borao, y la coordinadora del programa, Gema Gasanz, así como el maestro operístico Emilio Belaval. En el escenario, sudaba la camiseta Francisco Formento, en el papel de Johan, tenor-narrador en la obra original, reconvertido en actor para esta adaptación de Nuevo Teatro de Aragón y La Rueda Teatro. Introdujo la obra de Juan Sebastián Bach, arrancando las primeras sonrisas. Y comenzó el espectáculo en las voces de Nuria Blázquez y Alfredo García. Tocaba el piano Juan García Collazos. Humor a raudales. El público se enganchó a la historia. Sonaban los últimos compases, que despidieron la ópera con dos notas para el desmelene de un standart de jazz de Louis Amstrong. La carcajada inundó la sala. Sí, carcajadas por la ópera. "Es la primera vez que vemos una ópera y es divertida", decían Blanca García Giménez e Irene Espilia, de la Sagrada Familia. "Esto sí que está bien y no lo que sale por la tele", remataban las escolapias Laura Félez y Gloria Pardos. ¡Menuda gozada!