Pianista

Ella tiene 24 años y ya muestra una dilatada profesionalidad. Esta tarde (19.30 h.) en la sala del palacio de Sástago (DPZ) ofrecerá la Tercera Sonata de Beethoven en la primera parte al piano y en la segunda interpretará a Poulenc y Horovitz junto con el clarinete de Javier Uriel.

--Se habla de músicos jóvenes con un pequeño sentido paternalista, ¿no?

--No, en absoluto. Jóvenes interpretes, precisamente, porque son los que más tiempo han dedicado a su formación, más empuje tienen y porque necesitan darse a conocer.

--¿Pero no hay que ir a escucharlos con cierta condescendencia?

--No hay que ser condescendientes, sino que el público tiene que valorar el trabajo que le ofrecen, sea joven o maduro, sabiendo a quién está escuchando. Primero, se va a escuchar música porque a uno le gusta y luego para valorar el trabajo ajeno.

--¿Suelen aportar una nueva visión estos intérpretes jóvenes?

--Siempre venimos de una escuela, o tenemos maestros a los cuales agradecer una formación y eso se nota. El intérprete joven aporta más vitalidad y su particuolar visión. Y eso lo percibe el público.

--Interpretar a Beethoven a estas alturas deber ser lo más comprometido del mundo...

--¿Por qué?

--Porque es recurrente.

--Beethoven es muy conocido por su Para Elisa o su Novena , ¿pero quién ha escuchado su Tercera Sonata para piano? No tanta gente. Beethoven es uno de los compositores más prolíficos y merece la pena ser conocido. El riesgo procede de la complejidad de la obra en cuestión, no tanto de que sea popular o no. Por eso hemos incluido a Horovitz, un autor austriaco nada difundido, pero cuya obra enganchará mucho.

--Tiene usted 24 años: ¿qué le parece ese mundo del pop, de los fans, de la música consumista?

--Lo que me sorprende cuando se habla de música consumista es, ¿por qué se piensa siempre en el mundo de las grandes masas y nunca en la música clásica, como si no moviera pasiones o no se consumiera? La música clásica se consume.

--Pero tiene un mercado distinto, con sus propios códigos.

--El fallo reside en la educación que se ha recibido y en la promoción que se hace de un tipo de música específico.

--¿Vive usted en una especia de burbuja al margen de todo esto?

--Quizás... No he visto casi nunca eso de Operación Triunfo , ni siquiera conozco a los chavales. El problema de estos fenómenos de masas es que da la sensación de que se puede aprender a cantar en tres meses o ser un profesional de la música sin estudiar. Pues, mira, los conservatorios están llenos de gente con talento, y fuera de ellos, también.