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ADRIANA OLIVEROS

El Colegio de Procuradores de Zaragoza celebró ayer su fiesta con una intensa jornada de entrega de premios, cena de gala e incluso misa. Como protagonistas, Miguel Magro, que se disponía a recibir la cruz de San Raimundo, distinción concedida por el Ministerio de Justicia, y Adela Domínguez y Elena Pando, medallas al mérito colegial por 25 años de trabajo. Y, para aplaudirles, no faltaron invitados. El decano, Luis Ignacio Ortega Alcubierre, dio la bienvenida al vicedecano de los abogados, Miguel Angel Camarero, y al presidente del Consejo General de Procuradores, Juan Carlos Estévez, que acudía a la cita como testigo de excepción. Y, después, hizo lo propio con Jesús de Lama, decano de Procuradores de Pamplona, y a Ana Moleres Muruzábal, ídem de Barcelona. Tomaron asiento los miembros de la junta anfitriona, Alfredo Gracia, Luis Celma, Mari Carmen Ibáñez, José Luis Frisa y Miguel Angel Alcaraz. Y también familiares de Miguel Magro, como su mujer, Luisa Gay, y amigos, como el exdirector provincial del Insalud y actual vice de Rey Ardid, Bernardo Jiménez. Comenzó el acto. Breve. El decano llamó a Magro, al que definió como un gran procurador, maestro de procuradores. Se le entregó la distinción. Y éste agradeció. Breve también y cercano. Recogieron también Domínguez y Pando sus distinciones, antes de que Estevez cerrará el acto haciendo resumen de problemas que preocupan a la profesión: ley de acceso, aranceles... Temas para otra sección. A la noche aún le quedaba programa. E invitados como el fiscal jefe, Alfonso Arroyo, y el presidente de TSJA, Benjamín Blasco, que se unieron a la cena en el Cachirulo para cerrar la jornada.