Cuatro ex dirigentes de los GRAPO y del Partido Comunista de España Reconstituido (PCEr) fueron condenados ayer a penas de diez años de prisión, el máximo por asociación de malhechores con fines terroristas, por el Tribunal Correccional de París. Son el líder histórico del PCEr, Manuel Pérez Martínez, camarada Arenas , y el jefe del comando central de los GRAPO, Fernando Silva Sande, la compañera del primero, Isabel Llaquet Baldellou, y Jose Luis Elipe López. La compañera de Silva Sande, Victoria Gómez Méndez, fue sentenciada a ocho años, y los otros miembros de la banda José Antonio Peña Quesada y María Rosario Llobregat Moreno, a seis y tres años.

Pilar Muro, esposa del empresario Publio Cordón, secuestrado en 1995 por los GRAPO, se congratuló ayer por la decisión judicial, aunque anunció que recurrirá la sentencia a otros tres miembros de la banda con penas inferiores ya que, según dijo, los siete juzgados eran los responsables de las acciones que realizaba la banda. La Corte ya rechazó la demanda de la familia del empresario de constituirse en acusación particular en el juicio. Los abogados de Pilar Muro argumentaban que, si bien la Corte no tenía competencia para abordar el secuestro cometido en España, el hecho de que la orden partiese de la cúpula de la banda en París y que parte del rescate se pagase en territorio francés justificaban la acusación particular.

LA SENTENCIA En el juicio a los siete, detenidos en 2000 en París, la Fiscalía había pedido 10 años de cárcel para cada los acusados, que "constituían la columna vertebral, el cerebro y los brazos de una organización terrorista". El tribunal también ordenó la prohibición de residencia en Francia para todos. En el juicio, que comenzó el 12 de junio, tan sólo Silva Sande y su compañera, María Victoria Gómez Méndez, reconocieron su pertenencia a los Grupos de Resistencia Antifascista del Primero de Octubre (GRAPO), mientras que los otros se limitaron a reivindicar su militancia en el PCEr. La fiscal Virginie Brélurut afirmó que había conexiones "más que evidentes" entre el PCEr y los GRAPO, que integran, dijo, una misma estructura, extremadamente jerarquizada, cuyas riendas estaban en manos del camarada Arenas. Tras la lectura de las condenas, éste acusó al Tribunal de estar "vendido al Gobierno español". En el público se oían gritos de "viva libertad" y "justicia francesa, justicia deshonesta".