Cultivan hortalizas y ven crecer sus flores para aprender de la vida. Son un grupo de discapacitados psíquicos que participan en unos cursos de horticultura en Calatayud, una terapia que ya dio grandes frutos el año pasado y que inició su segunda edición este mismo mes de noviembre. Para ellos, la naturaleza ofrece su propia aula, un modo de aprendizaje que también ha cosechado éxitos entre los pequeños, a través de iniciativas como los huertos escolares que acogen muchos colegios de Zaragoza desde hace años.

Conseguir la integración laboral y social de los alumnos es el fin del curso de formación de jardinería de Calatayud, promovido por la Asociación Amibil con la financiación del INAEM y la colaboración del ayuntamiento bilbilitano. Pero no sólo se trata de aprender un oficio. "La estimulación intelectual de los alumnos es parte del objetivo", narran sus responsables.

Las clases se dirigen al perfeccionamiento del trabajo hortícola y con flor cortada, así como a la vegetación forestal "para la que esta prevista una jornada de plantación". Salvo algunas incorporaciones, los chicos y chicas inscritos repiten tras la experiencia del curso pasado que les permitió vender su producción en Calatayud y Ateca.

"Estos mismos jóvenes --añade Cristina, terapeuta del curso-- llevan dos años realizando trabajos en un taller ocupacional para empresas zaragozanas de fluorescentes, bisagras y cierres de aluminio". Allí llevan a cabo también actividades deportivas y sociales o encaminadas a la rehabilitación logopédica y motriz. La inclusión de la mayoría de sus miembros en el grupo Autogestores les ha permitido participar en diversos encuentros para exponer sus experiencias a otros jóvenes con su mismo problema.

"El trabajo al aire libre y en contacto con la naturaleza aporta unos beneficios añadidos a estos jóvenes, como son la relajación y el estímulo de ver cómo nace y crece el fruto de su trabajo", explica Oscar, uno de los profesores del curso. Además, los formadores esperan que esta especialización pueda convertirse en una herramienta de trabajo para estos chicos, mediante la producción de flores que en estos momentos hay que ir a comprar a Zaragoza. Los jóvenes recibirán 180 horas lectivas, incluidas las prácticas en los invernaderos y jardines municipales de la Ciudad Deportiva y en los de la residencia pública de la tercera edad, instalaciones que cede el ayuntamiento para el desarrollo de este programa.