La Romareda acumula parches, pero se cae de vieja y no aguantará en la competición muchos años más. Es el único punto en el que están de acuerdo los grupos políticos del Ayuntamiento de Zaragoza, que desde hace seis años discrepan a grandes voces sobre el futuro de un campo que encierra un tesoro envenenado: su solar, de estar vacío y destinarse a viviendas, valdría más de 150 millones de euros.

Esta cifra rutilante trae de cabeza a los munícipes, gestores de un ayuntamiento que va justo de dinero desde siempre. El PP, con la ayuda del PAR, estuvo a punto de llevarse el estadio a las afueras, al futuro barrio de Valdespartera, y de vender el solar. PSOE y CHA, socios del Gobierno que se estrenó el 2003, frenaron el plan y ahora discuten qué hacer con el vetusto campo y su millonario suelo. La decisión parece estar ahora en la recta final.

La situación del campo no se sostiene. Así lo dejaron claro los distintos informes técnicos encargados por la anterior corporación. En 1998 se impulsaron los primeros análisis desde el servicio de Equipamientos del consistorio y el Real Zaragoza, principal usuario del campo aunque no propietario, también puso su grano de arena en el recuento de deficiencias. Los técnicos advirtieron que la rehabilitación del estadio costaría unos 11 millones de euros (1.900 millones de pesetas). La sociedad Zaragoza Deporte Municipal encargó incluso un estudio externo --lo realizaron los arquitectos Fernando Andrés y Guillermo Ortego-- que fue utilizado por el anterior Gobierno para justificar el traslado de La Romareda a Valdespartera. Tomaba cuerpo la operación que pretendía construir mil pisos de lujo en la parcela de estadio --situada en una de las zonas más caras de la ciudad-- y levantar un campo de nueva planta fuera del casco urbano de Zaragoza. Se cumpliría así el doble objetivo de llenar las arcas municipales y hacer de la nueva instalación deportiva el foco de atracción de un barrio de vivienda protegida recién proyectado.

Quedaba poco tiempo antes de las elecciones y el PP apretó el acelerador del plan Romareda para evitar la vuelta atrás si se daba un vuelco en la dirección política municipal. CHA se oponía rotundamente a llevar el campo fuera de su actual emplazamiento --y ahora, en el Gobierno, sigue en contra de la idea-- y el PSOE también rechazaba la venta al mejor postor y la construcción de viviendas. El ayuntamiento, aseguraba Belloch, no podía dedicarse a especular con el suelo público. Los populares iniciaron los trámites para modificar el Plan General de Ordenación Urbana --el terreno de La Romareda es de equipamientos y no admite pisos sin cambiar el plan-- y se convocaron sendos concursos de arquitectura para diseñar el nuevo estadio de Valdespartera y para encajar mil pisos en las cinco hectáreas escasas de la parcela que ocupa el campo. El primero, tras una selección previa de los mejores, lo ganó el catalán Bofill. Se le encargó el proyecto, concluido casi en vísperas de los comicios, se le pagó 500.000 euros (83.000.000 millones de pesetas) y se metió en un cajón. Allí sigue, tras ganar las elecciones PSOE y CHA y pararse en seco la opción de Valdespartera.

Los rascacielos que dibujó el despacho madrileño Cano-Lasso para hacer de La Romareda un núcleo compacto de viviendas de lujo tampoco pasaron del papel. Su futuro quedó en nada cuando el PSOE pidió a la DGA que paralizara la modificación del Plan General que había tramitado el PP.

Llegados a este punto, la coalición de Gobierno entre socialistas --más partidarios de trasladar el campo, pese a que Belloch ha prometido en distintas ocasiones que no habrá viviendas en La Romareda-- y nacionalistas --defensores de remodelar urbanísticamente el entorno y dejar el estadio donde está, bien remodelado, bien reconstruido por completo-- puso por escrito que se tomaría, sin plazo, una solución pactada para la renqueante cancha.

Los servicios municipales de Equipamientos comenzaron nuevos estudios el pasado mes de noviembre para analizar qué posibilidades tenía la opción preferida por el teniente de alcalde de urbanismo, Antonio Gaspar: contar con un campo contemporáneo y multifuncional sin necesidad de llevarlo a las afueras y descartando planes de recalificación y venta del solar de La Romareda.

Por ser un asunto especializado y por estar ocupados los técnicos en proyectos previstos en los presupuestos municipales --así lo dicen los informes-- se propuso contratar una asistencia externa, adjudicada el pasado mes de abril al despacho Cano-Lasso, el mismo que no pudo desarrollar su proyecto de rascacielos en el terreno del actual estadio.

A primeros de junio debe estar listo el resultado del estudio. Establecerá las posibilidades urbanísticas, técnicas y económicas para rehabilitar La Romareda o para hacerla de nueva planta en el mismo lugar en el que está. Los arquitectos que lo elaboran saben que el futuro campo debe tener, integrados en el estadio o en un mismo conjunto constructivo, nuevos edificios dedicados al ocio, las compras y la hostelería, de forma que el complejo tenga un uso ciudadano diario, y no sólo en los grandes eventos deportivos. Y que la actuación debe compatibilizarse con los partidos quincenales del Zaragoza.

En el estudio se analizarán y se compararán dos alternativas: remodelar o reconstruir por completo el estadio de la ciudad. También se determinarán espacios verdes, viales y un gran aparcamiento subterráneo. En el plano económico, se indicarán los costes de las obras y los rendimientos que pueden obtenerse de los usos hoteleros, hosteleros, comerciales y de ocio previstos para cofinaciar la operación.

Ante la inminencia de los plazos, la polémica del futuro del campo se enciende de nuevo. PP y PAR lanzan la artillería contra la opción de mantener el estadio y exigen su construcción en otro lugar, con la consiguiente venta multimillonaria del solar. El PSOE recuerda que siempre ha visto con buenos ojos el traslado y CHA insiste en que no permitirá operaciones e especulación.

Cuando esté listo el último informe encargado por Urbanismo, el ayuntamiento tendrá encima de la mesa cientos de folios que analizan todas las opciones posibles. Y habrá de decidir. El alcalde Belloch declara que el tema urge; otros miembros del equipo de Gobierno sugieren que no hay prisa; y Gaspar, responsable de Urbanismo, concreta la fecha: el 30 de junio debe haber fumata blanca sobre el campo.

Todos aseguran que no habrá crisis ni quebrantos en el pacto de Gobierno municipal. Pero está por ver quién gana en este crucial partido.