No han tenido elección. Daniel y Raúl llevan dos días haciendo novillos sin haber podido siquiera tomar la alternativa, no la taurina, sino la de ir a clase.

Aunque el curso escolar comenzó el pasado lunes, estos dos niños de Carenas han estado hasta hoy de brazos cruzados por las calles de su municipio. No es que sean malos estudiantes o que les guste especialmente hacer pellas, sino que el colegio del municipio ha cerrado este año por falta de alumnos y a sus padres nadie les había dicho hasta ayer dónde tenían que ir a clase.

El año pasado, el colegio tenía tres alumnos, pero uno de ellos ha pasado este año al instituto y se han quedado solo dos, por lo que según las ratios mínimas que maneja la DGA, no se ha podido abrir el aula.

Aunque desde el Gobierno de Aragón aseguran que en estos casos la comunicación con los alumnos depende del director del colegio -- este depende del CRA El Mirador--, las respectivas familias aseguran que nadie se ha puesto en contacto con ellas para avisarles de los cambios. De hecho, se han enterado del cierre del centro hace solo unos días, a través de los medios de comunicación.

Bienvenida al inspector

En estas extrañas circunstancias, los padres de los niños no han parado de hacer llamadas desde el lunes para pedir explicaciones. Tras la última, a la Consejería de Educación, un inspector del departamento acudió a mediodía ayer para aclararles que sus hijos tendrían que ir al colegio público Virgen de la Peana, en Ateca.

"Me ha llamado esta mañana Ramón, el del bar, (padre de uno de los niños) para decirme que el inspector ya había llegado", explicó Ana, la madre del otro menor, que acudió inmediatamente a recibirlo. La escena, con el alcalde incluido, parecía sacada de la obra maestra de Berlanga, Bienvenido, Míster Marshall, no solo por la expectación que la visita originó entre sus vecinos y por su halo hiperrealista, sino también porque llegó cargada de promesas.

De hecho, aunque ninguna de las dos familias había pedido las ayudas para el transporte y el comedor escolar --entre otras cosas porque no sabían que iban a necesitarlas--, el técnico les comunicó que el Gobierno aragonés correría con los gastos de la comida y el taxi. De esta forma, los niños podrán acudir por fin hoy a clase, tres días después del inicio del curso, con relativa normalidad.

Favorecer la natalidad

El temor a que cerrará el colegio no es nuevo en la localidad. De hecho, el ayuntamiento puso en marcha hace unos años un sistema de ayudas para favorecer la natalidad en el pueblo con el propósito de mantener abierto el centro.

La medida, que consistía en otorgar una subvención de 1.500 euros a cada niño que llegara a la localidad no ha estado exenta de polémica. De las dos becas aprobadas, una favoreció a la nieta de un concejal que, poco después, se marchó del pueblo. Además, la ayuda se ha retirado meses antes de que naciera un nuevo bebé.