´DIARIO DE UN EMIGRANTE´ ABORDARÁ MAÑANA, EN EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE LA SERIE, CÓMO SE ORGANIZA LA COMUNIDAD SENEGALESA EN ARAGÓN. LA INMIGRACIÓN AFRICANA DATA DE HACE MÁS DE UNA DÉCADA Y EXISTEN DIVERSOS GRADOS DE INTEGRACIÓN SOCIAL.

Tres meses, ni más ni menos. Ese es el tiempo que dura el apoyo directo de las instituciones humanitarias a los inmigrantes más desvalidos recién llegados a Aragón. Durante noventa días, los beneficiarios comen y duermen gratis y hasta reciben cursillos de formación. Pero cuando se agota ese periodo de gracia el inmigrante pasa a depender de sí mismo, aunque en ocasiones las organizaciones que les prestan ayuda no los sueltan bruscamente de la mano.

Moussa Syllah, el sin papeles que llegó a comienzos de agosto, está preocupado ante el final cada vez más cercano de los tres meses de ayuda institucional. Al principio, El Refugio le dio alojamiento y lo alimentó hasta que, no hace mucho, pasó a un piso de la Fundación Federico Ozanam en el Arrabal donde sigue en la actualidad. "Mi ilusión es no depender ya más de las instituciones, pero todavía no he encontrado trabajo", señala este senegalés de 26 años que llegó a Canarias a bordo de un cayuco.

Moussa vive en contacto con un compatriota que se mueve por el sur de España y que ha prometido llamarle en cuanto encuentre trabajo para él. Además, de aquí a poco, obtendrá un diploma de fontanería que le puede servir para introducirse en el mercado laboral.

Con todo, el tiempo apremia. En noviembre tendrá que dejar el piso que ocupa ahora, "para dejar sitio a otros inmigrantes". Y noviembre es un mal mes, pues la agricultura se paraliza y las obras se ralentizan.

Venta ambulante

"En tres meses, la mayoría de los inmigrantes encuentran trabajo a través de sus amigos y parientes", explica un responsable de El Refugio. "Aquellos que se quedan descolgados nunca son abandonados a su suerte, pues entonces entra en funcionamiento un segundo escalón de apoyo", agrega.

Por ejemplo, siempre cabe la posibilidad de que vayan quince días más a los comedores gratuitos que ofrecen distintas instituciones, como El Refugio, la Puerta del Carmen y una orden religiosa afincada en el barrio de Torrero.

"No es muy recomendable entrar en el círculo de los comedores gratuitos, pues entonces el inmigrante descuida lo que de verdad le interesa, que es encontrar un trabajo que le permita independizarse", advierte Héctor Arellano, que es instructor de fontanería en la Fundación Federico Ozanam.

Otra salida falsa del paro es dedicarse a la venta callejera de discos y películas pirateados. "Aún te sitúas más al margen de la ley", afirma Moussa, que carece de permiso de residencia y está indocumentado. "La Policía te puede coger y todavía tienes más problemas", sostiene.

Para compensar, existe un fuerte sentimiento solidario en la comunidad senegalesa en Aragón. Su asociación (Aisa) interviene cuando se entera de que uno de sus miembros se halla en apuros. "Si llega a sus oídos que estás mal, te echa una mano", dice Moussa.

Quizá por ello es optimista. Cada cierto tiempo, telefonea a sus padres y a sus hermanas, que viven en Dakar, y les dice que está bien, que aún no ha encontrado trabajo, pero que está seguro de que al final tendrá suerte. "Chance", como dicen los senegaleses.