"Las Navidades son fenomenales en Rumanía. Todas las casas están cubiertas de nieve y las familias adornan los exteriores con gran cantidad de luces y colocan ramos de flores en las puertas de las casas". Así de bucólica es la imagen que Elena retiene en su memoria de la Navidad en su país, donde la gente se felicita las Pascuas diciendo: "Craciun Fericit!".

Esta simpática rumana lleva cinco años en Zaragoza pero intenta preservar las tradiciones. En su tierra, además de Noche Buena y Navidad, tienen fiesta los días 26 y 27, aunque, como apunta Elena, "el día 24 es el más importante".

Es la noche en la que se coloca el árbol en los salones de todas las casas rumanas. "Nosotros no ponemos belén, aunque creemos en la Virgen, San José y el Niño Jesús". En Rumanía la mayoría de la población es ortodoxa --75%, según dice Elena--, pero también hay católicos. Sin embargo, "no hay diferencias" en la forma de celebrar las Navidades, explica.

Así, la noche del 24, mientras los pequeños duermen, los padres se dedican a adornar el abeto con golosinas. Es un árbol "natural", asegura Elena, algo muy importante "por el olor" que desprende y que invade el ambiente.

Un menú especial

Y es que en Rumanía parece que las fiestas están vinculadas a los aromas. Todo el mundo cocina casi todo en su casa, nadie compra prácticamente ningún plato de los que se degustarán en las cenas y comidas navideñas. Lo interesante es que las casas huelan a comida, a postres... "Si no, parece que no es Navidad", asegura Elena.

Uno de los platos típicos de estas fechas en Rumanía son los sarmales. Se trata de una especie de rollitos de hoja de parra hervida y rellena de carne picada con arroz, cebolla y tomate. El negresa es un bizcocho que cada mujer cocina a su estilo para dar un toque personal a su casa. Van acompañados de la mamaliga, una especie de polenta.

"Solemos beber vino de nuestra tierra", porque muchas casas en Rumanía tienen sus propios viñedos, explica Elena. Pero el cava también se consume en cantidad.

La gente sale a bailar y a cantar por las noches, explica. Y también piden el aguinaldo de puerta en puerta. Algunas de las tonadillas típicas del país son amlavanatoare o laportitaraiulo. "Yo soy de un pueblo, y allí las tradiciones se conservan mucho más", apunta Elena con cierta morriña.

Las fiestas para Elena no son lo mismo desde que llegó a España. En su país son "muy familiares", hay nieve, y aquí, al estar separados de la familia y no cubrirse de blanco la ciudad, parece que se difuminan un poco. "Para mí son muy especiales. Nos encontramos de nuevo todos. Allí la Navidad es más sentida", explica.