No fue una cabalgata al uso sino más bien un navideño paseo por el pasado del barrio. Y así el zaragozano Arrabal (o Rabal, según se quiera) volvió a recuperar ayer el ambiente de principios del siglo XX, rememorando aquel mundo primitivo donde todo el mundo se conocía y el ambiente más cosmopolita convivía con la inmigración de origen rural. Acababa de llegar el tranvía, el tren vivía su esplendor a vapor y en el barrio del Arrabal se respiraba ese ambiente de tradición y modernidad.

Así, en este montaje coordinado por Artea Teatro, personajes de época compartieron espacio en la cabalgata con cabezudos, pirotécnicos, vehículos antiguos y autos locos, un chamarilero con ayudanta y megafonía... Y también con carrozas dedicadas a diversos temas navideños (e históricos), desde la tronca de Navidad a la del Casino Republicano -- con su banda de dixie jazz representada por la Dixie Rue del Percebe-- y hasta otra en honor al farmacéutico Sánchez Rojas.

En total, hubo más de treinta actores, ocho músicos, dos zanquistas, tres malabaristas y cinco cabezudos en un espectáculo que desarrolló más de 20.000 vatios de luz. Y detrás de todo ello, además de la coordinación de Artea, estaba la colaboración de numerosas asociaciones, como la de Vecinos Tío Jorge, la Comisión de Fiestas del Arrabal, el Centro de Tiempo Libre Telaraña, Encuentraencuentros y los cabezudos del Arrabal; y del histórico del erudito rabalero Ángel Morata. El acto contó con el mecenazgo de la empresa Saica, involucrada desde hace tiempo en otras actividades de la zona.

CON HISTORIA La cabalgata no sólo fue una delicia para los niños. Y es que los más mayores pudieron disfrutar del lejano recuerdo de conocidos personajes del barrio, entre los cuales destacaban dos. En primer lugar, el citado Blas Sánchez Rojas, diputado republicano, prestidigitador y farmacéutico fabricante de un afamado tónico reconstituyente de reconocido prestigio avalado por la Academia de Medicina y por Ramón y Cajal. Y, en segundo lugar, Mariano Aísa Ufau, conocido como el Tío Rabioso, un agricultor acaudalado que tenía campos y una tienda de fertilizantes y semillas en la calle Sobrarbe. Ambos personajes tenían una sana rivalidad cuyo máximo exponente fue el encargo de dos cuadros al pintor Albesa, donde se veían la calle Sobrarbe tomadas desde sus respectivas casas, uno desde el puente Piedra y el otro desde la Puerta de Carros.