Los protagonistas de ayer fueron José Manuel Alonso y el tripartito que formó con PSOE y PAR para sacar adelante la subida de tasas fiscales (del IPC, pero incremento al fin y al cabo). Para bien, si se ve desde el punto de vista de socialistas y aragonesistas. O para mal, si quienes lo miran son los otros dos partidos de la oposición: PP y CHA.

No es extraño que Alonso brillase tanto si se tiene en cuenta que el pleno en sí mismo fue un caos en el que cada formación fue a su aire, apoyando con su voto a unos o a otros según de qué fuese el asunto y sin permitir hacer una lectura clara. ¿Qué paso ayer? Que PSOE y CHA volvieron a poner de manifiesto que su noviazgo de cuatro años ha dejado heridas profundas (Pérez Anadón acusó a los nacionalistas de carecer de estrategia política y de dar bandazos sin sentido en sus apoyos y sus rechazos).

La segunda, que CHA e IU siguen sin caerse bien. Solo en el asunto de Bellas Artes y las mociones en las que se pedía "apostar por la libertad de expresión" (de CHA) y reclamar un plan de gestión de residuos antes de que se adjudique la contrata (de IU), se logró que votasen juntos.

La tercera, que el PP anda en medio, viendo cómo los partidos se abofetean unos a otros, pero sin llegar a poner contra las cuerdas al equipo de gobierno PSOE-PAR, por ejemplo, apoyando a CHA e IU en la moción que exigía la redacción de un Plan de Gestión de Residuos Urbanos antes de que se adjudique la contrata, para permitir así dejar cerrada una mejora del tratamiento de desechos. Según explicó el PP, "la redacción del pliego corresponde a los responsables municipales y no a la participación".

El nivel de caos político debió de contagiarse al secretario del pleno encargado de contar los votos de cada punto del orden del día. En el transcurso de la votación de las ordenanzas, el funcionario se confundió en tantas ocasiones que el propio alcalde le recriminó: "¡No da una!". Claro, que ante la risotada general, llegó la disculpa: "Ruego mis disculpas, señor secretario".