En medio de una negociación del acuerdo profesional sanitario que hasta ahora, se ha desarrollado sin estridencias, al menos públicas, los médicos y enfermeros de refuerzo de Atención Primaria han sido los primeros --y por ahora los únicos-- en dar la nota discordante. Han decidido plantarse. Sus argumentos son que llevan 17 años esperando una regulación y siendo el patito feo de la sanidad aragonesa, el último eslabón de la cadena, al albur de cubrir sustituciones de los titulares que desembocan en jornadas maratonianas.

El motivo de la discordia ha sido el anexo del borrador del pacto que el Salud ha presentado a los sindicatos, ya que el colectivo considera que se les obliga a aceptar las sustituciones y que se deja en el aire una de sus grandes reivindicaciones: el establecimiento de una jornada laboral máxima.

Durante la pasada semana han sido los sanitarios de los centros de salud de Teruel los que han decidido no volver a cubrir vacaciones, bajas o festivos de los titulares. Según los convocantes, la comisión para la estructuración de los refuerzos de Aragón (CERA) y la asociación Amarys, la adhesión a las movilizaciones ha sido del 80%. Esta semana comenzará a secundarlas la provincia de Huesca y, según estas mismas fuentes, ya han confirmado el seguimiento el 90% de los profesionales de refuerzo. La próxima semana le tocará el turno a Zaragoza.

Aunque todos los agentes implicados (centrales sindicales, profesionales y el propio Salud) coinciden en asegurar que esta figura necesita una profunda reforma, no son muchos los que ven con buenos ojos esta movilización. Y es que los 600 profesionales de refuerzo que trabajan en Aragón pueden tener distintas demandas y expectativas. De hecho, apuntan desde el sindicato Fasamet, que aglutina a buena parte de los refuerzos, algunos de los facultativos que están en esta situación han rechazado el plante al considerar que no se lucha contra los gestores, sino contra los propios compañeros. A esto hay que añadir que los que se apunten a la movilización pueden perder buena parte de sus ingresos, ya que las sustituciones son la parte más sustanciosa de su salario, en muchos casos.

Los sindicatos que negocian el futuro acuerdo profesional sanitario (Cemsatse, CCOO, UGT y CSI-CSIF) mantienen posiciones ambiguas respecto al plante: La postura más extendida es que se han precipitado al convocar movilizaciones cuando la negociación todavía está abierta, ya que el descontento viene originado por un borrador, que todavía tiene que ser debatido con todas las centrales sindicales para luego ser aprobado por la mesa sectorial.

Para los refuerzos, sin embargo, el plante es una postura que quiere recordar a todos los agentes implicados que no están dispuestos a que el nuevo pacto les pase de largo. "Siempre que se firman acuerdos en bloque nos recortan a nosotros. Los sindicatos tendrán que tenernos en cuenta ahora", indica Ana Torongi, portavoz de CERA.

Fuentes del Departamento de Salud se abstuvieron ayer de hacer declaraciones a este diario, asegurando que se trata de una negociación todavía abierta que está transcurriendo "con respeto y discreción" por ambas partes (DGA y sindicatos). Aclararon, sin embargo, que no se hace una propuesta "para empeorar las condiciones de vida de ningún profesional".

Para Jesús Rodrigo, del sindicato Fasamet, el plante ha sido "una sorpresa", dado que se interpreta "como hechos consumados" lo que solo era un borrador. Del mismo modo se expresó José Miguel Salas, de UGT, quien añadió también que su sindicato siempre ha apostado por delimitar las vacaciones y las sustituciones a los titulares.

Asimismo, CCOO ha pedido que se retire del borrador del acuerdo la parte que implica a los refuerzos para que se establezca una negociación independiente, tal y como confirmó Juan Urdániz. CSI-CSIF, sin embargo, fue el más rotundo: "Tienen toda la razón del mundo y cada uno tiene derecho a reivindicar lo que cree cuando quiere".