El servicio de Urgencias del hospital Miguel Servet de Zaragoza ha recibido el primer rigor del frío con un pico de demanda que le ha obligado a cruzar camas en las salas de observación y a atender a pacientes en los pasillos ante la falta de camas.

A pesar de que actualmente no hay ninguna epidemia (la gripe todavía no ha hecho acto de presencia), las tres salas estaban ayer sobrepasadas: la que tiene capacidad para 19 personas albergaba 25, en la de 20 plazas se atendía a 26 usuarios y en la de 21 camas se habían situado 28. Además, una decena de pacientes eran atendidos en los pasillos ante la falta de camas en las salas de observación.

El hospital arrastra un déficit de plazas desde la pasada semana y ayer, lunes y día de una demanda superior al resto, el servicio se desbordó. El problema radica en la falta de camas en las plantas del hospital, que obliga a dejar a los enfermos en Urgencias durante incluso varios días antes de que puedan ser ingresados. Y, si Urgencias no se drena, no puede abarcar a los nuevos pacientes.

El problema no es nuevo y de hecho estos episodios se suceden durante todo el año, aunque con más intensidad al comienzo del frío. Según fuentes del propio servicio, uno de los problemas es también que el personal no está dimensionado adecuadamente. En este sentido, denunciaron que se había acordado inicialmente que dos adjuntos estuvieran a cargo de cada una de las salas de observación y, sin embargo, solo hay uno, haciéndose cargo en algunas ocasiones de casi treinta pacientes. Esta ratio es sensiblemente inferior a la de otros servicios, como en las UCIS, en las que un intensivista y un residente atienden a 12 enfermos.

Pero no solo el Servet tuvo problemas en la jornada de ayer. Las Urgencias del hospital Royo Villanova, que dan servicio a los ciudadanos de la margen izquierda y están siendo sometidas a un proceso de reforma, estaban ayer a tope. De hecho, tal y como confirmaron desde el propio hospital, las esperas para las patologías banales superaban las cinco horas. Además, muchos de los enfermos eran también atendidos en los pasillos. La situación esperaba ser solventada con la apertura de una planta, que aliviaría con sus camas la presión asistencial.