Félix Caravantes Marín, de 70 años, reconoció ayer ante el tribunal del jurado que le juzga en la Audiencia de Zaragoza por un delito de asesinato que fue él quien asestó las siete puñaladas que acabaron con la vida de su esposa en su vivienda del barrio del Actur, el 7 de septiembre del pasado año. "Cuando maté a mi mujer, no llevaba idea de hacer esa barbaridad", confesó Caravantes, entre sollozos y visiblemente nervioso.

"Discutíamos continuamente porque no me dejaba salir nunca, a todo me decía que no, incluso me impedía comprar lo que a mí me gustaba", añadió el acusado, para quien el fiscal solicitó 18 años de cárcel por un delito de asesinato con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión. Su abogado, Javier Notivoli, calificó los hechos de homicidio, con las atenuantes de trastorno mental transitorio y confesión, y pidió entre 5 y 10 años de cárcel.

Los forenses describieron al acusado como un hombre "perfectamente normal" y "sin enfermedades mentales", pero Caravantes, un jubilado de Saica, aseguró que su esposa administraba el dinero, le humillaba e insultaba constantemente y controlaba todos sus actos.

El día de los hechos, el procesado y su esposa, que vivían en la calle Mariana Pineda, salieron a pasear por los alrededores y regresaron enseguida a su domicilio porque ella, según Caravantes, se sintió mal. "Mientras yo la atendía, ella me dijo de todo", afirmó el jubilado, que reconoció que se puso "muy nervioso" cuando ella le espetó: "¡Cógete el coche y vete con la zorra de tu hermana!". Según él, era la tercera vez que su esposa lo echaba del hogar.

Se da la circunstancia de que el día del crimen, los Caravantes esperaban la visita de una de sus dos hijas, que volvía del viaje de novios. Esta manifestó en el juicio que las relaciones entre sus padres eran "las normales de cualquier matrimonio" y negó que su madre tratara tiránicamente a su progenitor.

ACTUACIÓN PREMEDITADA El fiscal y el acusador particular Aurelio Marín sostuvieron durante la vista oral que Caravantes actuó de forma premeditada y que, antes de cometer el crimen, compró un cuchillo tipo Conan, con una hoja de 32 centímetros, además de plásticos y cinta de pintor que luego utilizó para envolver el cadáver. Sin embargo, el imputado manifestó que adquirió el arma blanca porque colecciona esa clase de objetos y dijo que los plásticos y la cinta de pintor eran para pintar el pasillo de su vivienda.

Caravantes propinó siete puñaladas a su mujer cuando esta se hallaba tendida en la cama, dormida o casi inconsciente, dado que a lo largo del día había ingerido seis pastillas antidepresivas, algunas de las cuales se las había suministrado su marido, según las acusaciones.

A continuación, la envolvió en plástico y la trasladó en ascensor al garaje, con la intención de introducirla en el coche. Sus problemas de espalda le impidieron meterla en el maletero y entonces la depositó en el suelo, entre dos vehículos. Al parecer, un vecino del inmueble lo sorprendió y él le dijo, a modo de explicación, que la había matado porque "estaba hartico".

El fiscal, que inicialmente no contemplaba la atenuante de confesión, decidió solicitarla después de que se diera a conocer una grabación de la llamada del acusado a la Policía, horas después del crimen, en la que este decía textualmente: "Lo siento en el alma, pero no podía aguantarme más, no podía aguantar los dolores que tenía, por favor, hagan lo que quieran conmigo".

Los forenses declararon que las puñaladas asestadas a la víctima, Ascensión Secanilla, "eran mortales de necesidad", dado que afectaron al pulmón y a la arteria carótida. Además, precisaron que los cortes fueron propinados cuando la mujer se hallaba tendida boca abajo.

Los psiquiatras Lacruz Navas y Ezquerro Esteban, citados a petición de la defensa, mantuvieron que Caravantes era presa de una "crisis emocional aguda" cuando agredió a su mujer y que, además, tiene "notablemente mermadas" tanto su inteligencia como su voluntad. "Es una persona primaria, con una capacidad intelectual limitada", subrayó el doctor Lacruz, para quien "es difícil saber si el detonante del crimen fue la expulsión del hogar".