El hospital Miguel Servet de Zaragoza fue testigo ayer de una historia de amor en un matrimonio de más de 60 años así como del progreso imparable de la ciencia. Y es que la Casa Grande realizó ayer con éxito el segundo trasplante renal de donante vivo, después del primero que llevó a cabo hace seis meses.

La doble intervención, que comenzó a las 7.30 de la mañana, obligó a madrugar a un amplísimo numero de trabajadores --tanto sanitarios como no sanitarios--, que quisieron colaborar de forma activa con este tipo de trasplante renal que se ha empezado a consolidar en España, bajo las directrices de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).

Desde celadores, auxiliares de Enfermería, enfermeras, médicos especialistas de Inmunología, Anestesiología, Urología y Nefrología, así como servicios administrativos y directivos, entre otros, participaron durante cinco horas en un trasplante, en el que no faltó la emoción de los protagonistas, sus familiares más cercanos y hasta del personal.

La noche anterior, el matrimonio ingresó en el hospital y compartió la misma habitación del Servicio de Nefrología en una noche tan especial. El trasplante comenzó temprano y en punto para aprovechar la tranquilidad del quirófano, en el que todavía no había comenzado el parte quirúrgico habitual. Los especialistas en Urología, junto a anestesistas e inmunólogos, se encargaron de los aspectos quirúrgicos, y a las nueve de la mañana ya se había efectuado la extracción del riñón de la donante y comenzó el implante del injerto en el receptor. Simultáneamente intervenían los especialistas en Nefrología, que asumieron la rienda de los aspectos clínicos.

EL PROCESO

Hacia las doce del mediodía, una vez concluido el trasplante, la donante ingresó en el Servicio de Urología, y el receptor en el box de trasplantes de Nefrología. La evolución registrada por los pacientes durante las primeras horas de estas intervenciones hacía augurar ayer a los responsables médicos implicados un nuevo éxito con el trasplante de donante vivo. De hecho, una de las ventajas de este procedimiento frente al de riñón de donante cadáver es precisamente en que el proceso quirúrgico se encuentra totalmente programado, lo que ofrece más garantías a la hora de planificar todo lo que representa e incluso preparar al receptor con medicación.

En este caso, el matrimonio pudo informarse y reflexionar adecuadamente durante varias semanas, entre otras cuestiones porque el proceso comienza varios meses antes, en los que se pone en marcha un protocolo oficial de la ONT, y que incluye además de información, exhaustivos estudios médicos y analíticos de ambos participantes. El receptor, que acarreaba una insuficiencia renal crónica desde hacía siete años, fue informado por los nefrólogos del Servet de que las alternativas que se le ofrecían ante el progresivo avance de la enfermedad eran dos: diálisis o el trasplante renal de donante vivo. Al enterarse su esposa no lo dudó ni un segundo, y a pesar de las reticencias iniciales del marido, optaron por esta decisión.