Varios cabeceras de los ríos del Pirineo, así como algunos cauces de la margen derecha del Ebro, han comenzado a entrar en estiaje apenas dos semanas después de terminar el lluvioso mes y medio final de la primavera, que hizo que en buena parte de la cuenca se registrara el mayo más lluvioso desde que comenzaron a registrarse datos pluviométricos a finales del siglo XIX.

En la margen izquierda, Aragón y Cinca mantienen caudales relativamente abundantes, ya que ayer por la tarde se registraban más de 2.500 litros por segundo en el primer cauce a su paso por Canfranc y más de 28.000 en el Ara --afluente del segundo-- en Boltaña. Por el contrario, dos de los ríos más caudalosos de la vertiente pirenaica, como el Gállego y el Ésera, presentaban claros síntomas de estiaje en sus cabeceras.

Así, el Gállego llegaba a Búbal con 530 litros por segundo, lo que supone menos de la mitad del caudal que requiere para garantizar la vida de su flora y su fauna y para evitar que los vertidos puedan provocar episodios de contaminación. Al mismo tiempo, el Ésera se quedaba en 290 litros por segundo en Eriste, menos de la tercera parte de su caudal de seguridad ambiental. No obstante, en los dos casos la corriente crecía aguas abajo. El Gállego superaba los 28 metros cúbicos por segundo en Anzánigo y el Ésera superaba los 47.000 litros en Graus.

En la margen derecha, los caudales del Huerva, el Piedra, el Jalón y el Pena se situaban por debajo del nivel de seguridad ambiental en varios puntos. Ocurría con el primero en Zaragoza, con el segundo en Carenas, con el tercero en Grisén y con el último en Valderrobres. En los tres primeros se daba la situación contraria a la de los ríos pirenaicos: los menores niveles de caudal se registraban en sus tramos finales y en las desembocaduras, mientras las aportaciones eran más elevadas aguas arriba. El Martín apenas superaba el caudal ambiental en Híjar.