Ahora que algunos sectores de extrema derecha revisitan la historia de España bajo absurdos parámetros pseudocientíficos disimulados en libros y en las ondas de determinados micrófonos, también se produce una revisión filológica tan extravagante como cuando se asegura que el mallorquín o el valenciano (lenguas que desde un punto de vista científico no son más que variedades dialectales del catalán) existen antes que el catalán.

En Aragón hay quien basándose en parámetros de presuntos dictámenes científicos e históricos confunden su anticatalanismo con un discurso demencial: asegurar la existencia del chapurreat como el idioma del Aragón oriental, como contraposición a los fanáticos pancatalanistas que dan la monserga con su victimismo y su obsesión por imponer el catalán por doquier. Una muestra de estas demenciales teorías --identificando las fronteras lingüísticas con las administrativas, tan absurdo como decir que en Perú chapurrean o farfullan el peruano en lugar del español-- es la manifestación que las juventudes del PAR ha convocado junto a otras asociaciones el 4 de julio en Zaragoza para defender que en Aragón no se habla el catalán y rechazar --ahí tienen razón-- determinadas entidades pancatalanistas.