El Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) ha eximido de la evaluación del impacto ambiental al proyecto de construcción de una línea de alta tensión entre la plataforma logística Pla-za y el polígono industrial Centrovía, en La Muela, a pesar de que los 10,4 kilómetros de tendido atraviesan zonas habitadas por aves y plantas protegidas.

El Inaga, dependiente del Departamento de Medio Ambiente de la DGA, considera que la instalación de la infraestructura, promovida por Endesa, supondrá un "moderado consumo de recursos naturales" en una zona con "alto grado de antropización". Esta última afirmación conecta con la valoración del impacto paisajístico, que califica como "bajo" porque, según la resolución, "la afección visual (de la línea) queda enmascarada" por "la presencia cercana de Pla-za, un club de golf y el polígono Centrovía".

El tendido, con capacidad para transportar 132 kilowatios, incluye un tramo aéreo de 7,8 kilómetros y otro subterráneo de 2,7. El proyecto afecta a dos zonas calificadas como hábitat de interés comunitario por albergar algunas plantas esteparias de alto valor ecológico, entre ellas una que tiene en ese área la única población detectada en Aragón. Están habitadas por aves catalogadas como vulnerables, como el cernícalo primilla, la ganga, la ortega y el sisón, y es una zona de paso del aguilucho cenizo, el águila culebrera y el milano negro. Y, además, la Dirección General de Patrimonio indicó, tras ser consultada por el Inaga, que existen en la zona yacimientos "próximos" que le dan "un potencial arqueológico elevado, lo que hace imprescindible la realización de labores de prospección arqueológica en las zonas afectadas por el proyecto".

El Inaga reconoce que la línea entraña riesgos de mortalidad para las aves "por colisión y por electrocución" y que las obras "pueden" dañar "vegetación inventariada o especies singulares", aunque asegura que esos peligros quedarán reducidos si se aplican tanto las medidas inicialmente propuestas por Endesa como las que añade el organismo.

Entre otras, la orden obliga a instalar "balizas salvapájaros" cada cinco metros en los primeros 4,6 kilómetros del tendido, "que atraviesan las zonas más sensibles para la avifauna" --en el resto, cada diez--; ordena "retirar y acopiar por separado la tierra vegetal en todo el trazado de la zanja" de la parte que irá enterrada para recolocarla en la superficie con el fin de "que la vegetación natural pueda regenerarse, afianzando el terreno" y, también, establece que las áreas con vegetación natural que "puedan resultar deterioradas" durante las obras "deberán restaurarse como mejor proceda, recuperando la morfología original del terreno y realizando siembra o plantación de especies autóctonas si resultase necesario".