Cinco urbanizaciones ilegales del entorno de Zaragoza están a punto de colocar la última piedra, la que les dará derecho de existencia dentro del actual Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Para ello, dos días antes de Navidad los representantes de todas ellas entregaron en el Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza, en el antiguo Seminario, los proyectos modificados que recogen todas las actuaciones necesarias para adecuar sus viviendas a la normativa vigente.

Ahora el consistorio dispone de un periodo de seis meses para examinar la documentación y dar el visto bueno a las parcelaciones que han solicitado su regularización, que agrupan a unas 300 viviendas utilizadas en su mayoría como primera residencia por las familias afectadas.

"Somos optimistas y estamos convencidos de que el ayuntamiento dará luz verde a todos los proyectos", subraya Ángeles Sáez, responsable de la coordinadora que agrupa a las urbanizaciones no regularizadas del entorno de la capital aragonesa.

De las cinco urbanizaciones, una se encuentra en el barrio de Peñaflor (Los Guarales Molino) y cuatro, en Garrapinillos (La Frondosa, La Sagrada, Torre del Francés y Clavería). Todas ellas empezaron a construirse en los años setenta y ochenta del pasado siglo, en las afueras de Zaragoza, aunque el crecimiento de la ciudad ha acabado absorbiéndolas en su trama urbana.

SIN MARCHA ATRÁS Los propietarios de las parcelas llevan varios años tratando de que sus viviendas adquieran carta de naturaleza legal. Están convencidos de que el camino emprendido no tiene marcha atrás, porque la propia Área de Urbanismo les entregó una ayuda de 26.000 euros y les brindó asistencia especializada para que revisaran los estudios de regularización, dado que adolecían de fallos que los hacían inviables.

Además, el hecho de que el Servicio de Planificación y Diseño legalizara el año pasado 800 viviendas de Garrapinillos y Peñaflor les lleva a pensar que están en el buen camino para que sus hogares o segundas residencias estén conformes a las leyes urbanísticas. "La mayoría de las parcelas están escrituradas y pagan el catastro desde que se construyeron", afirma la presidenta de la coordinadora.

La regularización no supondrá solo estar dentro de la legalidad urbanística al pasar de la clasificación de terreno rústico a la de terreno urbano. Sobre todo, significará dotar de infraestructuras a unas parcelaciones que a menudo carecen de servicios esenciales, como alumbrado público, redes de agua y vertido y asfaltado.

"No hay agua potable, solo la que conseguimos extraer de pozos", comenta Ángeles Sáez. De esta forma, los residentes en las zonas sin regularizar se ven obligados a recurrir a captaciones subterráneas y a fosas sépticas, con el consiguiente riesgo de contaminación.

Pero los peligros que afrontan no son exclusivamente de orden sanitario. La inexistencia de luz en las calles favorece la inseguridad y en determinadas épocas proliferan los robos. Recientemente, los ladrones entraron en varias casas y garajes de una urbanización de Garrapinillos, se apoderaron de dinero y objetos de valor y causaron graves daños en las propiedades y en los vehículos.

Las calles están sin pavimentar y carecen de aceras. Tampoco tienen un nombre asignado en el callejero, por lo que los residentes las han numerado, un sistema que desorienta a los visitantes ocasionales y a los repartidores. Cuando llueve, los caminos que separan las casas se convierten en un barrizal.

"UNA TRAGEDIA" "La regularización supone tener la seguridad de que no va a venir nadie a demoler tu casa en cualquier momento", explican José Arance y María José Rodríguez, que poseen un chalet en La Frondosa. "Nos echamos a temblar cada vez que vemos que pasa un coche de la Policía Local y se detiene ante nuestra vivienda, pues siempre nos tememos lo peor", afirman.

Para esta familia, como para muchas otras, "sería una tragedia" que el Área de Urbanismo no diera el visto bueno al proyecto modificado y prolongara así su situación de ilegalidad. "Hay que tener en cuenta que, para la mayoría, estas casas de las afueras son su única vivienda", subrayan José y su esposa.