Mariano Rajoy rechaza el proyecto de reforma de financiación autonómica que, ayer, puso el Gobierno sobre la mesa, por entender que es "un enorme error" y que, al generar déficit, conllevará más impuestos para los próximos años y "menos dinero para la gente". Con esos argumentos, el presidente del PP dejó claro ayer que su discurso de oposición en este área hará hincapié en el coste derivado de su puesta en marcha, y no tanto en los servicios públicos a los que afectará o en los nuevos baremos a los que hará frente, como el incremento de población. En resumen, para Rajoy, el coste de dejar contentos a todos es asumir una factura que costará de devolver en el futuro.

En un acto de partido celebrado ayer en Zamora, Rajoy enfatizó que el Ejecutivo socialista está empeñado en financiar a las autonomías, "por primera vez en la historia con endeudamiento de futuro", una opción que él no está dispuesto a compartir. "No puedo aceptar que se siga tirando de chequera como si el dinero público no fuera de nadie", afirmó. Otra cosa distinta piensan la mayoría de sus barones autonómicos, con la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, y el de la Comunidad Valenciana, Franisco Camps, a la cabeza.

BARONES DEL PP Aguirre viene reconociendo desde hace días que el proyecto de financiación de José Luis Rodríguez Zapatero conviene a los madrileños. Lo mismo ocurre con el Gobierno valenciano que ayer, a través de su consejero de economía, José Manuel Vela, insistió en que el documento base recoge las peticiones hechas por Camps.

Rajoy sabe, por tanto, que en las próximas semanas tendrá que enfrentarse a sus propios presidentes autonómicos, además de a los socialistas.

Y parece dispuesto a asumir los riesgos. "Entiendo que todos los presidentes de comunidad van a defender sus intereses y hacen bien", señaló. Eso sí, avisó de que él, como líder de la oposición, defenderá "el interés del conjunto de los españoles". O lo que es lo mismo, que hará otro discurso.