La ciencia ha vencido a las armas. La calle Teniente Catalán, a unos pocos pasos del campus universitario, cede el paso y pronto llevará el nombre de uno de los científicos aragoneses más prestigiosos dentro de la comunidad internacional. Es Luis Oro Giral, catedrático de Química en la Universidad de Zaragoza desde 1982 y experto en organometálica y catálisis homogénea. Su currículo, plagado de distinciones y premios, como el Nacional Enrique Moles en ciencia y tecnología químicas o la Medalla de la Ciudad de Zaragoza, ambos en el 2007.

Luis Oro verá como, a pocos metros de su lugar de trabajo, sus conciudadanos le honran con una calle bulliciosa, zona de marcha y de paso de miles de estudiantes que cada día acuden a la universidad. Es uno de los pocos hombres vivos que tendrán su nombre en el callejero zaragozano. Como Nayim o los Héroes del Silencio. Tiene dos patentes y su interminable currículo coparía unas cuantas páginas. Hombre accesible y estudioso, uno de sus días más emotivos fue el 6 de octubre del 2007, cuando su ciudad le distinguía concediéndole su máxima distinción. Habló desde el corazón: «A partir de ahora, me pongo a disposición de la ciudad para trabajar, y para conseguir una metrópoli mejor, más moderna, más sostenible y más solidaria». Valores que poco tienen que ver con su antecesor en el callejero.

La futura calle Luis Oro es bien conocida por sus bares, que alargan hasta la madrugada y suelen ser refugios de la bohemia más noctámbula de la ciudad, de aquellos que entre semana desafían al despertador y acuden a los cinco o seis establecimientos que abren cuando el sol se esconde. Míticos bares que resisten a la decadencia nocturna de Zaragoza. Son conocidos los garitos por sus quemadillos, sus monólogos y los bocadillos. Y por su buena música. Entre Bretón y Corona de Aragón, los vecinos permanecen un tanto indiferentes al cambio de nombre del vial. Un grupo de chicas jóvenes que acuden a un pub cercano ni siquiera sabían que Teniente Catalán iba a pasar a la historia en pocos meses. «Nos da un poco igual si cambian el nombre. No sabemos quién era el Teniente Catalán y tampoco conocemos a Luis Oro», apuntan entre risas.

Lo mismo piensa Carlos, un joven que sale de una tienda de ropa y accesorios hippies. Una señora, vecina de la calle Bretón, en cambio, no ve bien que cambien el nombre. «¿Por qué tienen que cambiar de nombre si lleva toda la vida? Si el señor Oro se merece una calle, que le pongan una nueva, pero no veo por qué quieren eliminar la Historia». Una Historia que, 34 años después de que muriera el dictador, reconoce los méritos de un científico aragonés y entierra los de un militar golpista cuyos méritos para entrar en ella no son precisamente motivo de orgullo.

Calle de Luis Oro

Zaragoza, 1945. Científico y Catedrático de Química en la Universidad de Zaragoza. Premio Nacional de Investigación Enrique Moles y Medalla de Oro de Zaragoza. Realizó estudios de postgrado en Cambridge. Fue Presidente de la Real Sociedad Española de Química. Es Presidente de la Asociación Europea de Química y Ciencias Moleculares.

Hoy se llama: calle del Teniente Catalán

El Teniente Julián Catalán Azcucia no destacó nunca por ser un militar de fuste, pero sí contribuyó de forma notable a que Zaragoza se alineara con las tropas franquistas nada más empezar la guerra. Junto con otros militares, como el Capitán Godoy, conspiró contra la República y participó en los preparativos del golpe.