Hay nombres de calle que no son inocentes. Jesús Comín es uno de ellos. De forma que cuando uno dice, por ejemplo, "La tía de Pepe vive en Jesús Comín" o "¡He podido aparcar en Jesús Comín!", está nombrando, sin saberlo en el 99,9% de los casos, a un carlista levantisco, zaragozano por más señas, que conspiró activa y eficazmente para derrocar la II República junto al general Franco. O sea, en los tiempos que corren, a un enemigo jurado de la democracia, a un Tejero de 1936.

Con el paso de los años, Jesús Comín ha ido dejando por el camino su impresentable historial reaccionario, de tal manera que en la calle de Zaragoza a él dedicada nadie sabe, a día de hoy, quién era exactamente este señor con un diminutivo por apellido.

Ese olvido puede ser bueno, sobre todo cuando esta calle estrecha que comunica el Camino de las Torres con Sagasta está a punto de pasar a llamarse Ana Isabel Herrero. Ella, en cambio, sí es una figura conocida. "Claro que me suena ", dice Carmen, una vecina informada. "La mataron los del GRAPO, hace pocos años, aquí cerca, en la calle Cervantes, creo, cuando iban a secuestrar a su marido", explica.

Jesús Comín mide unos 250 metros y es una vía tranquila, poco soleada sin resultar sombría, agradable para vivir. Está en el mismo centro y no lo parece, camuflada sin presunción entre anchas avenidas, a un paso del bullicio comercial del paseo de las Damas. Y se nota que quienes viven en ella valoran ese secreto privilegio. "No hay ni un bar ni medio, solo un restaurante moruno, y por las noches no hay jaleo", asegura un viandante.

El Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza instaló aquí su sede hace poco tiempo. Y ayer mismo abrió sus puertas la delegación de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios, CSIF, según sus nuevas siglas. "No sabíamos que iba a cambiar de nombre, no teníamos ni idea", se extraña un sindicalista. "Habrá que ir pensando en modificar las tarjetas, los folletos, toda la propaganda".

La Casa de las Palomas, que se resiste a caer víctima de la especulación inmobiliaria, ha hecho que los medios de comunicación hablaran de esta calle que preferiría seguir en el anonimato. El edificio está apuntalado y sus ventanas, tabicadas, tapadas con siluetas de palomas. Algunos inquilinos no quieren marcharse, se han atrincherado en su interior, entre excrementos de aves. Aman la vieja casa, se aferran a Jesús Comín, pronto Ana Isabel Herrero. Pero los cambios, aunque sean superficiales, un nombre por otro, un rancio preboste del carlismo por la víctima de un terrorismo anacrónico, siempre encuentran oposición. "Bien está que se quiten las estatuas de Franco, pero de ahí a cargarse el rótulo de una calle...", protesta Francisco Lapargada, que hace 20 años que tapiza muebles en un pequeño taller.

No importa. Bajo una u otra denominación, ahí estará siempre esta discreta calle zaragozana, agazapada tras los bloques impersonales del Camino de las Torres, cerca y a la vez lejos del tráfico pesado de las grandes arterias.

Calle de Ana Isabel Herrero

Casada con Francisco Colell, responsable de Arquitempo, esta empresaria zaragozana fue asesinada por el GRAPO en febrero del 2006, cuando tenía 44 años. Recibió a título póstumo la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo.

Sustituye a: calle de Jesús Comín

Abogado y político carlista, fue el máximo representante de esta ideología en Zaragoza en la época de la guerra civil. Participó activamente en los complots contra la II República y fundó los tercios del Requeté de Aragón. Murió en accidente de coche en 1939.