Las fuertes heladas y las bajas temperaturas se han instalado en la comunidad aragonesa, que continúa en alerta amarilla por nieve y frío. Los gorros, bufandas y guantes fueron ayer, un día más, compañeros inseparables de los ciudadanos y sobre todo de aquellas personas que tienen que desarrollar su trabajo en la calle: jardineros, barrenderos, agentes de policía o vendedores.

Después de una noche en la que los termómetros marcaron temperaturas bajo cero, en ninguna de las tres capitales de provincia llegaron a superarse los cinco grados positivos a lo largo del día. La nieve hizo acto de presencia en varios puntos de la comunidad y afectó a carreteras como la A-2, a la altura de Morata de Jalón o la A-228, en el municipio turolense de Nogueruelas, pero lo que realmente condicionó el tráfico fueron las placas de hielo que se formaron a lo largo de la noche. Aunque no se registraron accidentes.

Hoy la situación puede verse agravada en las comarcas turolenses de Albarracín, Jiloca, Gúdar y Maestrazgo, y en la Ibérica zaragozana, donde podría haber acumulaciones de nieve de cinco centímetros, y de dos en el Bajo Aragón, Cinco Villas y la Ribera del Ebro.

Esta es la segunda ola de frío que afecta a Aragón en lo que va de año, la primera fue por los efectos de un frente centroeuropeo que barrió toda la península y dejó nieve en cotas poco frecuentes, a nivel del mar.

Desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) restan importancia a estos fenómenos, que califican de propios del invierno. No obstante, consideran que los ciudadanos notan más los efectos porque en los últimos años se han vivido otoños templados y el contraste con la llegada del frío es más fuerte. Además, las bajas temperaturas que se registran en la última semana, combinadas con el viento generan una sensación térmica inferior a la real.