--¿Recuerda su estado de ánimo el primer día de trabajo?

--Sí, lo recuerdo. Estaba muy entusiasmada porque era exactamente lo que quería hacer...

--Pero, mujer, ¿hay una vocación de sexóloga?

--A los 13 años quería ser psicóloga o química. Y como quería algo más humano me incliné por la psicología, pero ¿qué más humano que la sexología? Y más divertido... Estudié en Salamanca y en cuarto de carrera sacan psicología de la sexualidad, que escojo y luego hice el doctorado. Hasta entonces no existía esta especialidad.

--¿Y recuerda el primer paciente?

--Recuerdo el primer caso que abordé que fue una niña que había tenido abusos sexuales de un familiar. Me quedé impactada, claro.

--¿Desde entonces nota que ha aprendido mucho?

--Muchísimo. Uno crece como profesional cuando crece como persona. La vida te lleva a entender el dolor de los demás, que cuando uno tiene 25 años no lo siente. Incluso algunos pacientes me preguntaban al principio si yo había sido madre...

--He leído que los jóvenes actuales tienen pésimas relaciones sexuales.

--Es verdad; se ha perdido la relación de tú a tú entre hombres y mujeres. La relación se divide en género, cada uno por su lado, y no son tan amigos como en los años 80. Ahora el objetivo es la conquista, no la diversión.

--¿Y el sexo?

--Nos falta el disfrute. Esa debe ser la meta. La gente no sabe que la meta es disfrutar, no entablar una competición. Ni siquiera lograr lo que se espera de nosotros. Todo eso nos frustra y nos lleva a tener cada vez menos deseo sexual. Gente joven que no obtiene esos objetivos les desemboca en no tener deseo...

--¿Eso es por cierto tipo de vida que llevamos?

--Sí, parte es por el estilo de vida que tenemos. La equivocada sociedad del bienestar. No vivir

con intensidad lo que se posee.

--¿Y las mujeres?

--Ojalá estuvieran rebeldes en el sexo, de buscar, de pedir... Las veo conformadas con los no cambios. La gente es consciente de que su vida sexual no le agrada, pero no están dispuestos a ese esfuerzo para cambiar.

--Una teoría: esta vida está planificada por el sistema para que no seamos felices.

--El problema es la falta de tiempo para parar, meditar, y tomar decisiones.

--¿La gente pide una píldora milagrosa?

--Sí, hay cosas que solucionan las píldoras, pero de momento no tenemos la píldora del tiempo, el espacio y el deseo.