--¿Cuántos años en la profesión?

--Desde que nací; me crié en la trastienda de la tienda de mis padres, que estaba en Coso, 172. Era pastelería La Bella Luz, desde el año 1928. Y mi abuelo materno también fue pastelero, en Coso 68 con la pastelería Sauras.

--¿Se va de la profesión con el sentimiento de haber realizado todos sus sueños?

--El único sentimiento que tengo es por estar harto de buscar apoyos, por no haberme decidido por fin a hablar con el consejero entonces Arturo Aliaga.

--¿Para pedirle qué?

--Su ayuda en la creación de una escuela de pastelería, que no existe. Ya existió en Miralbueno. Actualmente en la asociación de Pasteleros de Torrero hay un taller para hacer prácticas las casas comerciales y tratar de renovar algún artículo nuevo.

--De todas formas la pastelería zaragozana se ha renovado mucho.

--Se ha renovado. Yo no saqué ningún producto nuevo, pero promocioné todos los que se sacaron desde 1982, en que amanecimos con el Lanzón, que ha sido el mejor postre que hemos creado. Caro, porque era de nata con turrón, que son productos caros.

--¿Estamos a la altura de Barcelona, por ejemplo?

--De la calidad del género, sí, a la altura de la presentación, no; y de los precios tampoco, que allí es más caro. Hemos rebajado la variedad y nos hemos limitado a cuatro productos.

--¿Los jóvenes quieren trabajar en esta profesión?

--No. Es muy sacrificada y no quieren madrugar ni trabajar en fin de semana. Fíjate, hoy en día solo hay seis hijos de pastelero funcionando.

--¿De qué va a hablar hoy en su discurso?

--Haré un resumen del libro que ha publicado la Institución Fernando el Católico: La confitería y pastelería en general, y las desaparecidas zaragozanas. Son mis memorias de 50 años de práctica.

--¿Volvería a empezar desde el mismo sitio hoy mismo?

--Hombre, cuando empecé hubiera sido un sacrilegio no continuar la labor de mi padre y hoy en día estoy muy orgulloso de que ninguno de mis cuatro hijos haya seguido.

--¡Qué me dice!

--Porque los escarmenté de críos. Ellos mismos no tuvieron ni intención y ahora se dedican a otras cosas y viven mejor que he vivido yo.

--Sin embargo el día de San Valero no faltan clientes en la plaza del Pilar.

--En Zaragoza en nada que haya gratis faltan clientes, ja, ja. Esta ha sido la 19 edición. Se empezó con 500 metros y 480 kilos y este año ha sido de unos casi mil metros y 980 kilos.