Aquella del fondo es Antares, una gigante roja, moribunda", apuntaba Manuel Lou y todo el mundo escuchaba en aquel silencio oscuro del cerro, como si viera la película de su vida. Noche de Perseidas en Torrecilla de Valmadrid. Con el puntero verde de laser, este profesor de Ciencias del Santo Domingo de Silos mostraba a la gente en la pizarra del cielo desde satélites artificiales hasta las constelaciones griegas.

Manuel Lou (Zaragoza, 1946) recuerda que acompañaba de niño a su hermano mayor en pequeñas aventuras de domingo para observar las cosas naturales que tenían a mano: los ríos y el extrarradio. Estudió Químicas y se fue olvidando de aquellas salidas. Pero cuando se vio en el colegio ante chicos que le hacían preguntas inteligentes, les propuso hacer excursiones para intercambiar asombros. "Creamos un Club de Ciencias y muchas minas las vimos guiados por un chaval que era un entusiasta de los minerales", explica.

En fines de semana, recogían piedras y fósiles en las cuevas kársticas de Épila, por ejemplo, y acumulaban materiales para exposiciones de fin de curso. "Subíamos a Riglos en el tren los sábados, dormíamos en la estación o en algunas tiendas de campaña. Aquello les entusiasmaba". Manuel Lou se afilió a Ansar para conocer más cosas sobre aves y ecosistemas.

A principio de los años 80 varios alumnos se engancharon al programa televisivo Cosmos, del astrónomo Carl Sagan y con la llegada del cometa Halley, en 1986, compraron un telescopio de segunda mano con el dinero que sobró de alguna actividad. "A mediodía se traían bocatas al colegio y aprovechábamos las horas libres para hacer observaciones del Sol". Dibujaban las manchas solares y las contaban cada día, dándoles una numeración para sacar unos valores. Con un imán recogían micrometeoritos en la terraza del colegio y luego miraban por el microscopio las pequeñas partículas cósmicas, que al entrar en la atmósfera se fundían y adoptaban formas esféricas o elipsoidales.

Cogió fuerza el Grupo Astronómico Silos (ahora tiene un observatorio con cúpula giratoria en Torrecilla), en tanto el Club de Ciencias se fue diluyendo a medida que los alumnos "se fueron volcando en los ordenadores y las consolas", se lamenta. Pero Manuel Lou ha mantenido aquellas excursiones y las actividades en el colegio. Sus primeros alumnos son científicos.