La Confederación Hidrográfica del Ebro tiene casi 300 estaciones de aforo colocadas en los lechos de los ríos que les ofrece continuamente una serie de datos imprescindibles para conocer el comportamiento de las aguas de la cuenca. Estas instalaciones de medida son los mejores confidentes para el organismo de cuenca, que tiene de este modo información precisa sobre caudales, velocidades del agua y profundidad.

El área de Hidrología y Cauces de la CHE, que dirige César Ferrer, es la encargada de traducir los datos que estos 300 aparatos envían por satélite y radio a los ordenadores de la entidad. "Las estaciones captan los datos de nivel y caudal que tienen los ríos, y trimestalmente se obtienen mediante integraciones el caudal circulante y las puntas máximas de caudal. Esto nos permite conocer bien los ríos y poder hacer previsiones sobre avenidas", indica. Por tanto, las estaciones son un avisador excelente para poder coordinar bien a los servicios de seguridad y protección civil en el caso de que haya riadas.

Aprovechar el riego

No es la única función que cumplen estas estaciones, puesto que también permiten optimizar los recursos hidráulicos para riegos y para mejorar la gestión de la explotación de los embalses. Porque estas estaciones no solo se instalan en los ríos. También se colocan --y el objetivo es construir más-- en embalses y en clamores que recogen aguas sobrantes de regadío. En este último caso, con los datos obtenidos se han extraído interesantes conclusiones sobre el aprovechamiento del agua en usos agrícolas. El último informe ha permitido conocer que esta se emplea de forma más racional de lo que se pensaba. Hasta un 20% más, aproximadamente.

Con motivo de la construcción del azud en Zaragoza se tuvo que construir en la capital aragonesa una estación de aforo nueva, ya que la del Puente de Santiago podía sufrir afecciones por la laminación del agua. Se decidió ubicarla en la margen izquierda, muy cerca del recinto Expo y los galachos de Juslibol. En una zona en la que además es susceptible el río de desbordarse en el caso de que se produzcan avenidas.

Esta nueva y amplia instalación posee incluso un teleférico que permite hacer mediciones de nivel en el centro del río. Además, hay un nivel visual que permite conocer la profundidad del río (que en esta zona suele ser de 4 o 5 metros y cuando el río baja crecido puede llegar a 7).

Un pozo con una boya al final marca el nivel del agua, que recoge continuamente un aparato de medición que se llama limnímetro. Este sistema marca los niveles continuamente que luego permiten a los técnicos hacer sus previsiones. Un sensor lo envía a una terminal monitorizada que posteriormente lo envía mediante las ondas hasta el Sistema Automático de Información Hidrológica. Allí, el área de Hidrología y Cauces trabaja con los datos tras aplicarles una serie de fórmulas matemáticas. "Las estaciones de aforo nos permiten saber qué agua pasa en cada momento y hacer previsiones de la que va a pasar con una serie de fórmulas matemáticas, comparando los datos de unas estaciones con otras aguas arriba y la experiencia acumulada", indica Ferrer, que no en vano lleva en la CHE desde 1971 analizando estas mediciones. No presumen de ser infalibles, pero su error en las previsiones no suele superar el palmo de diferencia.

Gracias a estos aparatos y las personas que desde 1911 trabajan con los datos, las afecciones en avenidas se minimizan.