Un estudio de la Universidad de Zaragoza sobre un centenar de perros de distintas razas ha permitido describir alteraciones neurobioquímicas en la base de la agresividad canina, en particular, en los sistemas que regulan el comportamiento agresivo, como el de la respuesta de estrés. Esta investigación, realizada por la doctora Belén Rosado del Hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza, apoyaría el uso de marcadores sanguíneos para explorar lo que ocurre en el cerebro de los perros agresivos evitando la complejidad que supondría acceder a muestras de este tejido. Así, se ha detectado una menor concentración de serotonina sérica en los canes más agresivas.

Solo en Aragón se notificaron 4.186 mordeduras caninas durante un periodo de diez años, entre 1995 y 2004. Los varones y los niños fueron los más afectados por las mordeduras, más frecuentes en verano y en el medio rural, tal como destaca Belén Rosado, tras realizar el estudio epidemiológico de estos datos en Aragón.

Además, el problema de la agresividad es el motivo más frecuente de consulta (50%) en el servicio de Etología Clínica del hospital, seguido de los problemas de ansiedad (35%) y fobias.

Estos resultados contribuirán a establecer planes de prevención y tratamiento adecuados para la agresividad canina, un tema de creciente interés en los ámbitos sanitario, social y político, como en el campo de la clínica y el bienestar animal.