La magistrada del Juzgado de Instrucción número 10 de Zaragoza mantiene imputadas a cuatro personas como presuntos autores de las repetidas violaciones que, según su denuncia, habría sufrido una mujer nigeriana en el sótano de un bar de Las Fuentes la madrugada del 14 de septiembre. Tres de ellos, de origen rumano, quedaron en libertad después de que, hace unos días, la mujer no los señalara en una rueda de reconocimiento, mientras el cuarto, español y que niega haber mantenido relaciones con la chica, sigue encarcelado.

La versión de este último, defendido por el letrado Fernando Lacruz, y la de la chica, coinciden hasta la llegada al local.

Se conocieron en un local del centro y acordaron un servicio sexual que, tras llegar al barrio, no consumaron. Ella mantiene que, pasadas las cinco de la mañana, entraron a tomar algo en un bar "que no le gustó" y del que le impidieron irse antes de que la condujeran a golpes al sótano y comenzaran las supuestas agresiones. Sostiene que su acompañante conocía a los otros tres encartados y que la violaron todos ellos --tres de forma simultánea en una de las ocasiones, denunció-- mientras el español sería el único que no llegó a pegarle.

Este último, por su parte, explicó que, tras negarle un familiar el acceso a su casa, decidió entrar en el bar para cambiar un billete --pidió dos consumiciones-- y entregarle 10 euros para el taxi a la mujer, la cual, según la versión del imputado, contactó entonces en el local con los otros tres encartados y se metió en el baño con dos de ellos "voluntariamente". No escuchó gritos ni percibió indicios de violencia, añadió. Cuando se fue, uno de los sospechosos salía del baño, al que entraba el que se había quedado fuera.

TRES HORAS Sobre las ocho de la mañana, una patrulla de la Policía encontró a la mujer tirada en la calle, semidesnuda y con los pantalones caídos. Estaba muy nerviosa y lloraba. Minutos después detenían en la barra del bar a dos de los imputados, a los que señaló la denunciante. El tercer rumano y el español se personarían voluntariamente en comisaría tras ser citados.

Los otros tres encartados, defendidos por Olga Oseira y Fernando Díaz-Sanz, niegan haber mantenido relaciones con la mujer. Uno de ellos asegura que "se les insinuaba", que "era muy pesada" y que ofrecía sus servicios por 30 euros. Otro mantiene que la chica y su acompañante no dejaban de entrar y salir del baño, donde habrían discutido por dinero antes de salir del local: él, delante de ella, que --según esta versión-- habría comenzado a darse cabezazos con los coches aparcados en la zona.

¿Qué ocurrió realmente en el bar en las tres horas discurridas entre las cinco y las ocho de la mañana? Esa es la incógnita que tratan de despejar la instructora, la Fiscalía y los abogados.

La mujer ha aportado en sus declaraciones algunos detalles que respaldan su versión, como la descripción del sótano en el que ninguno de los encartados la sitúa --ni a la chica ni a ellos mismos-- o la aseveración de que le hicieron tirar un preservativo --la Policía halló uno en el suelo--. Esos testimonios también incluyen divergencias, como la descripción de una paliza que le hizo temer por su vida cuando el parte de lesiones solo refiere una contusión en una mejilla.