El consistorio zaragozano se propone convertir el cementerio de Torrero en un espacio integrado en la ciudad. Para ello ha diseñado tres rutas que muestran los hitos de la guerra civil y que discurren entre mausoleos, panteones, capillas y manzanas de nichos de gran valor arquitectónico y escultórico. La ruta de la memoria histórica ya puede recorrerse, al igual que la dedicada al arte funerario. Está pendiente la dedicada a la relación entre el camposanto y la ciudad.

1.- El cementerio, lugar de memoria de los dos bandos

El recorrido de la ruta El cementerio, lugar de memoria comienza en el lugar de ejecución, continúa por la capilla de los caídos (erigida en memoria de los nacionales que cayeron en los frentes y hospitales de Aragón), sigue hacia las fosas comunes donde fueron sumariamente enterrados unos 2.700 republicanos y concluye en el nuevo memorial, tras pasar por el monumento a los caídos del bando nacional. Este último fue erigido en 1954 en la plaza del Pilar y trasladado en 1990 a su actual emplazamiento a la entrada del camposanto zaragozano.

En el camino se encuentra también el monumento a los muertos por la libertad y la democracia, que fue mandado levantar por el exalcalde zaragozano Ramón Sainz Varanda en 1979 y que contiene los despojos de unas 2.500 víctimas republicanas que se exhumaron ese año y se llevaron a la nueva fosa común en el denominado andador de los Caídos.

El punto de arranque, la tapia donde fue fusilada la mayoría de las víctimas republicanas, es el lugar más emotivo de la ruta. Los reos, que procedían de la cárcel de Torrero, eran colocados de espaldas al pelotón. Avanzada la guerra, fue preciso colocar maderos y sacos terreros para reforzar el muro, pues las balas habían alcanzado los ataúdes situados detrás.

2.- Arte funerario: entre mausoleos, nichos y panteones

La ruta del arte funerario recorre el cementerio antiguo y pasa ante 26 lugares de interés entre capillas, panteones, tumbas, mausoleos y manzanas de nichos. Por el camino se aprecian formas arquitectónicas y escultóricas construidas entre el último tercio del siglo XIX y la década de los 70.

En medio de la profusión de sepulturas de familias influyentes destacan los conjuntos escultóricos dedicados a Joaquín Costa y al tenor Miguel Fleta, entre otros hombres ilustres. Los visitantes dispondrá de dípticos y trípticos con explicaciones sobre los puntos más destacados y además podrán leer la información de los paneles colocados ante cada uno de los hitos.

La caminata por el cementerio de Torrero, que pasa por el andador de Costa y la Fosa Común, permite ver obras de estilos muy diversos que abarcan desde el academicismo neoclasicista, el clasicismo y el eclecticismo a actualizaciones historicistas del mudéjar, el románico e incluso el arte egipcio.

La ruta se inicia en la capilla ubicada en el exterior del cementerio, que es obra del arquitecto José de Yarza, que data de 1915. Después, tras entrar al recinto por el acceso principal, el recorrido lleva al visitante de panteón en panteón, hasta desembocar en una manzana de nichos a perpetuidad levantada en 1924. A mitad de camino, aproximadamente, se halla el mausoleo de Joaquín Costa, desde el que se avanza hacia las sepulturas de dos toreros célebres, Herrerín y Ballesteros.

3.- Una caminata que relaciona la ciudad con el camposanto

La tercera ruta es la que está menos desarrollada. La intención del Ayuntamiento de Zaragoza es diseñar un recorrido que ponga en relación los hitos del cementerio con la historia social de la capital aragonesa. «De lo que se trata es de que los visitantes, al pasar ante un mausoleo, obtengan información sobre la personalidad del difunto, la época en que vivió y sobre su papel en el desarrollo de la ciudad», explica un técnico municipal.

En esta ruta no importa tanto el arte como el impacto que el fallecido tuvo en la vida de los zaragozanos. Muchas veces se trata de personas que tienen dedicadas calles, parques, plazas y avenidas en la ciudad, como es el caso de Juan Bruil. También figuran los empresarios vinculados a la primera industrialización de la ciudad, como Escoriaza e Izuzquiza, así como alcaldes que, en diferentes épocas, han incorporado los hitos urbanos que hoy configuran la capital aragonesa.